Marcelo Pérez Silva
Autor/ Author
Marcelo Pérez Silva
Universidad Nacional Autónoma de México
Recibido: 22/08/2024 Aprobado: 30/11/2024 Publicado: 29/01/204
El objetivo de este artículo es analizar pormenorizadamente los fragmentos, anécdotas y apotegmas de Zenón de Citio, fundador de la escuela estoica, que sugieren la posibilidad de tener relaciones homoeróticas. Estos fragmentos serán interpretarlos desde un posible contexto de una teoría ético- política en donde el amor a los jóvenes es un estado afectivo positivo que desempeña un papel preponderante en la configuración de la República.
Abstract: The objective of this article is to analyze in detail the fragments, anecdotes and apothegms of Zeno of Citium, founder of the Stoic school, which suggest the possibility of having homoerotic relationships. These fragments will be interpreted from a possible context of an ethical-political theory where love for young people is a positive affective state that plays a preponderant role in the configuration of the Republic.
Sexto Empírico, filósofo escéptico del periodo imperial, relata (2018, 145-164) ciertas costumbres extrañas de distintos pueblos con el objetivo de demostrar que es imposible emitir un juicio sobre una costumbre; es decir, no podemos saber si enterrar a los difuntos es bueno en sí mismo o si, por el contrario, es malo incinerarlos, pues distintos pueblos tienen diferentes costumbres y esto no nos permite emitir un juicio al respecto de dichas acciones.
En este contexto, Sexto Empírico habla sobre la relación sexual entre varones arrenomixia (ἀρρενομιξία), que puede ser traducida literalmente, en virtud de conservar el eufemismo del
Por ejemplo, entre nosotros1 se cree que relación homosexual es vergonzosa, incluso, aún más, se cree que es ilegal; por el contrario, para los Germanos, dicen, no es vergonzosa, sino que es algo propio de sus costumbres. Se dice que para los Tebanos no se opinaba antiguamente que fuera vergonzosa, también afirman que Merión era llamado de esta forma “el Cretense” por referencia a la costumbre de los Cretenses, también algunos refieren a Aquiles estaba inflamado de amor por Patroclo en este sentido. ¿Por qué es sorprendente que los de la filosofía cínica y los que siguen a Zenón de Citio, Cleantes y Crisipo, digan que esta es indiferente?” (SVF, 1, 585).
vocablo original, como “mezcla de varones”, o bien puede traducirse como “sodomía” con otras implicaciones más peyorativas. El pasaje en cuestión dice lo siguiente:
Como mencionamos, Sexto Empírico tiene la intención de demostrar que es imposible emitir un juicio sobre las relaciones homosexuales con base en que hay múltiples pueblos que la practican y algunas posturas filosóficas, como la estoica, que no la consideran algo malo. Sin embargo, no tenemos los argumentos de los estoicos, particularmente del estoico Zenón, para saber en qué contexto las relaciones homosexuales son permitidas y cómo pueden justificarse desde la teoría estoica3 Lo único que podemos obtener a partir de la fuente es que las relaciones homosexuales son algo indiferente (ἀδιάφορον) para los estoicos; aunque este vocablo nos da para especular algunos puntos desde la teoría del valor dentro del estoicismo, es preciso abordar otro tipo de fuentes para complementar el cuadro exegético.
Otra complicación que surge para abordar un autor de obra fragmentaria, como el caso de Zenón de Cito, es el conciliar distintos fragmentos con una doctrina que presuponemos coherente y sistemática, pese a que no tengamos todos los datos de dicho sistema. Las complicaciones aumentan cuando algunos fragmentos son atribuidos a un autor en específico, por lo que no sabemos si ese postulado era propio de un solo autor o era un dogma compartido por toda la escuela en general. Veremos que los fragmentos atribuidos a Zenón de Citio respecto a las relaciones homoeróticas tienen estas complicaciones4.
Otro material importante, además de los fragmentos, están las anécdotas vertidas en las biografías y algunas frases célebres en ciertas situaciones específicas. Muchas de las anécdotas y apotegmas de los filósofos estoicos transmitidas por Diógenes Laercio (2013, 7) pueden decirnos mucho de sus intereses individuales, algunos de ellos, incluso, pueden ser vistos a la luz de la propuesta ética de la doctrina y arrojar luz sobre el modus vivendi del filósofo en cuestión5. De esta manera, podemos intuir que Zenón de Citio gustaba de comer panes con miel y un poco de vino (13), signo de una vida sencilla y una dieta frugal (27) completamente alejada de los excesos y los lujosos banquetes, los cuales bien podrían ser considerados bajo la categoría de los indiferentes en la teoría del valor. Por el contrario, nos es imposible dar un sentido, al menos uno preciso desde los elementos teóricos de la doctrina, a su preferencia por escuchar en lugar de hablar
(23) o su preferencia por estar con pocas personas (7, 14), estos gustos particulares tampoco los podemos asociar con un modus vivendi filosófico determinado.
Estas anécdotas nos dicen muy poco sobre su pensamiento teórico, y aún nos dicen menos sobre el posible vínculo con la doctrina. Una anécdota de muy de difícil interpretación es aquella en que Diógenes Laercio nos dice que “[...] rara vez frecuentaba a los jovencitos, y una o dos veces también a una jovencita para no parecer misógino”6. Los vocablos en diminutivo, que muy probablemente sean peyorativos7, paidárion (παιδάριον) y paidiscarion (παιδισκάριον), que traducimos por jovencito y jovencita respectivamente, hacen alusión a las labores de prostitución en la Atenas del siglo III a.C. y que eran bastante comunes. Además, Sexto Empírico (2014, 1, 201), en el mismo contexto mencionado, describe que para los estoicos no es algo malo convivir con prostitutas ni tampoco el dedicarse a dicha actividad8, postura que no podemos profundizar en este artículo por mor de la delimitación temática.
Lo interesante no es que Zenón de Citio frecuentara el sexoservicio, algo que Diógenes Laercio se esmera en decir que era muy poco frecuente, sino en demostrar que para él era lo mismo una mujer que un varón. Con esto, Diógenes Laercio da a entender una cierta equidad entre unos y otros, un tema muy sobresaliente en la antigüedad que por cuestiones temáticas tampoco podemos abordar en este estudio. Sin embargo, es difícil encontrar los vínculos de esta anécdota, en caso de que sea cierta, con los elementos generales de la doctrina estoica, al menos con los más conocidos.
Mirto, habiendo dicho estos versos de Aléxides, dirigió la mirada a los pertenecientes a la escuela estoica mientras declamaba los yambos de Hermias de Curio […] Son acosadores de niños y sólo en esto tienen furor por imitar9 a Zenón el fenicio, fundador de la sabiduría de ustedes, quien nunca usó a una mujer, sino siempre a jovencitos, como atestigua Antígono de Caristo en su biografía. Pues parlotean ustedes que “es necesario no amar los cuerpos, sino las almas”, a quienes, dicen ustedes, es preciso frecuentar hasta los veintiocho años en calidad10 de amados11.
Otra fuente biográfica importante de Zenón de Citio fue la escrita por Antígono Caristo, frecuentemente citado por Diógenes Laercio y por Ateneo de Naucratis, quien menciona lo siguiente en el siguiente pasaje sobre las preferencias del fundador de la estoa:
De nueva cuenta, nos es difícil saber si el fragmento biográfico es verídico, en todo caso sería un segundo testimonio que apoyaría la preferencia de Zenón por las relaciones homoeróticas. En opinión de Von Armin, este texto correspondería a un fragmento (SVF I, 247) del fundador de la Estoa, específicamente en el apartado noveno, preceptos para conducir la vida12, de los temas de ética y bajo el subapartado, sobre el amor a los jóvenes13.
En nuestra opinión, por el contexto de la obra en que se transmite este texto, difícilmente podría ser considerado un fragmento doctrinal de Zenón, por el contrario, la frase “[…] es necesario no amar los cuerpos, sino las almas”14 bien podría ser catalogado en la sección de los apogtemas15, las sentencias pronunciadas que transmiten las biografías, principalmente la ya mencionada de Diógenes
Laercio. No es banal apuntar sobre la existencia de un antecedente muy similar a este pasaje en los Recuerdos de Sócrates de Jenofonte (1993, 4; 1, 2) en dónde se enfatiza que Sócrates se enamoró de ciertos jóvenes, pero no de sus cuerpos, sino de su disposición natural hacia la virtud16. El claro antecedente socrático es de suma relevancia, porque Sócrates es considerado, junto con Diógenes de Sinope, como uno de los pocos sabios, paradigmas del modo correcto de vida filosófica, que han existido en la historia de la humanidad según la doctrina estoica.
Otro detalle para considerar en este fragmento de crítica hacia la postura de los estoicos es la edad que puede tener un amado (ἐρωμένος), este vocablo hacía referencia a un joven efebo antes de llegar a su edad adulta, la cual empezaba con el crecimiento de la barba. Por tal motivo, el personaje Mirto se escandaliza cuando los estoicos justifican que un amado puede ser alguien de veintiocho años, una edad muy alejada de las viejas costumbres griegas de educación entre un amante y un amado17.
Por otra parte, tenemos un conjunto de fragmentos vinculados a la República, las Disertaciones y el Erótico que aparentemente serían los postulados ético-políticos de Zenón de Citio, en donde podemos profundizar más sobre la postura homoerótica del fundador de la escuela estoica en términos teóricos.
Sin embargo, el estudio de los fragmentos a estas obras tiene otras complicaciones agregadas al estado fragmentario de las mismas. Sabemos por Diógenes Laercio (2013, 7, 34) que la República de Zenón, obra que exponía sus ideales políticos, era controversial en varios puntos, incluso un estoico como Atenodoro de Tarsia, que llegó a ser el director de la biblioteca de Pérgamo, la segunda más importante después de la de Alejandría, eliminó varias páginas de los libros de Zenón en dónde aparecían dogmas impúdicos18. Esto nos hace pensar, a partir de este acto malintencionado de censura dentro de la escuela misma, que muchos de estos postulados no fueron aceptados por estoicos posteriores. Incluso, cuando Diógenes Laercio (2013, 7, 34) menciona que Crisipo, tercer escolarca de la escuela estoica, reconoció la República como obra genuina de Zenón de Citio, podemos deducir que también algunos estoicos, como el mencionado Crisipo, se esforzaron por afirmar la autenticidad de la República como una obra zenoniana ante personajes, anteriores al mencionado Atenodoro de Tarsia, que no la reconocían como parte de su autoría.
Uno de los postulados que podemos encontrar en la obra mencionada de Zenón
con vistas a nuestro tema de investigación es el siguiente que transmite Diógenes Laercio: “[…] el sabio amará a los jóvenes que manifiesten por su aspecto una disposición natural hacia la virtud, como afirma Zenón de Citio en su República, Crisipo en el libro primero Acerca de las Vidas y Apolodoro en la Ética”19 (2013, 7, 129) Así pues, el amor tiene finalidades éticas al tener la disposición de a virtud como elemento fundamental en el joven amado. Con esta explicación, la sentencia que transmite Ateneo de Naucratis, “[…] es necesario no amar los cuerpos, sino las almas”, tiene mayor sentido, en tanto que la virtud es una disposición del alma. No obstante, hay un aspecto que no queda del todo claro, ¿qué podemos entender por aspecto (εἴδος), a partir del cual el sabio puede ver la disposición natural de un joven?, sólo podemos
suponer que se refiere al aspecto físico, por lo que el cuerpo tiene su importancia, pues si bien es cierto que no es el elemento fundamental por el cual se siente amor, tampoco es algo que quede fuera de la ecuación. Esto lo podemos ver claramente en un fragmento que nos transmite Clemente de Alejandría sobre el aspecto físico en los jóvenes:
Zenón de Citio parece describir la imagen del joven y de esta forma lo esculpía: que sea, afirma, de rostro limpio, que no tenga cejas descendentes, ni mirada enervada o afeminada, ni de cuello relajado, tampoco los miembros del cuerpo caídos, sino erguidos semejantes a las fuertes tensiones. De intelecto correcto en cuanto a la razón, agudo y perspicaz para las cosas dichas correctamente, de movimientos y gestos que no den esperanza a los desenfrenados. Que florezcan en él la virilidad y el respeto. Que se mantengan distantes el vendedor de perfumes, el joyero, el vendedor de lana, o alguno de los otros dedicados a satisfacer el aburrimiento, allí donde pasan el día habiéndose embellecido al modo de las hetairas, como si estuvieran en un burdel20. (SVF 1, 246)
En resumen, Zenón de Citio no da consentimiento a los comportamientos afeminados en los jóvenes, pues estos estarían en las antípodas de las características virtuosas y propiciarían el encuentro con gente desenfrenada que los alegaría aún más de la virtud. Este fragmento no debe entenderse como un rechazo a la homosexualidad, sino a cierto comportamiento no aceptado entre los jóvenes. El pasaje anterior puede explicarse mejor a partir del tratado Fisionomía de Pseudo- Aristóteles, en donde también se describen como características propias del kinaidos21 (κίναιδος) la mirada decaída, los brazos sueltos y ciertos movimientos como el contoneo de caderas o las manos hacia arriba (808a); en pocas palabras, estos atributos no eran aceptados, no sólo por el estoico Zenón, sino por buena parte de los griegos de aquel tiempo.
A partir de lo anterior, la anécdota transmitida por Diógenes Laercio, que relata las escasas veces, aunque existentes, que Zenón de Citio frecuentó jovencitos y jovencitas, no cuadra del todo con las recomendaciones sobre el correcto comportamiento de los jóvenes que nos transmite Clemente de Alejandría, especialmente al tener como finalidad, entre otras cosas, el estar alejado de los desenfrenados. No obstante, si la relación entre el sabio y los jóvenes no tiene de por medio los actos viciosos, cómo entender, entonces, que el primero se enamorará del alma de los segundos. Una cita de Diógenes Laercio (2013, 7.130) nos puede hacer comprender de mejor manera cuál es el sentimiento del sabio hacia los jóvenes, pues consideran los estoicos que “el amor es una proyección hacia la amistad, por causa de una belleza que se manifiesta, y no es relación sexual, sino amistad. En efecto, Trasónides, aunque tenía en su poder a su amada, se alejaba de ella para tener relaciones”22.
De esta manera, el amor del sabio está encaminado a crear lazos de amistad
y no tiene como objetivo la satisfacción de impulsos sexuales producidos por características corporales. Por tal motivo, el aspecto (εἴδος), en este fragmento entendido como “belleza que se manifiesta” (κάλλος ἐμφαινόμενον), es el medio por medio del cual el sabio siente amor hacia los jóvenes en tanto que es un reflejo de un alma dispuesta a la virtud. En pocas palabras, el aspecto de los jóvenes al que refiere Zenón no es de naturaleza física, sino moral; sin embargo, es importante
resaltar que para el estoicismo, y podemos deducir que tampoco para el sabio estoico, los ademanes afeminados del kinaidos no son permitidos en los jóvenes, pues no son indicadores de un alma que está dispuesta a la virtud.
No obstante, cualquiera que conozca la teoría de las pasiones en el estoicismo no dejará de sentir cierta inconsistencia, por no decir contradicción, al saber que el sabio estoico23, paradigma de felicidad por estar en la completa imperturbabilidad, padece una pasión como el amor, la tristeza o la ira. En sentido general, toda pasión es una desviación de la razón producida por un juicio incorrecto24, de ahí que el sabio estoico permanece imperturbable en estado de apatía; es decir, de ausencia de pasiones, pues de lo contrario, estaría alejado de la virtud. Así pues, cuando un sabio siente amor hacia un joven, aunque sea con fines de amistad y sólo hacia un aspecto connatural a la virtud, tiene una pasión, algo que no debería experimentar en coherencia con la doctrina.
No obstante, es preciso aclarar que en la doctrina estoica la ausencia de pasiones no implica que el sabio es un ser insensible que no experimenta nada como si estuviera hecho de piedra. Existen estados de ánimo racionales a los que las fuentes denominan como eupatheiai, “buenas pasiones”, en traducción literal, que a diferencia de las pasiones, no son desviaciones de la razón. Estas pasiones buenas no surgen o se corresponden con juicios erróneos, sino que se producen cuando el individuo hace uso de la razón de esta forma el sabio no experimenta miedo (φόβος), sino un sentimiento de precaución (εὐλάβεια), no experimenta placer (ἡδονή), sino un estado de sosiego (χαρά), no siente un deseo irracional, sino un deseo racional (βούλησις)25. Un ejemplo es cuando el sabio estoico evade un camino en el que hay una jauría de perros, no lo hace porque tenga una pasión irracional como el miedo al pensar que los perros pueden morderlo, sino que su estado es de precaución al considerar que, si bien no es un ml que los perros puedan morderlo, es preferible que no suceda y desvía el camino. Un sabio estoico mal entendido como un ser completamente insensible pasaría junto a la jauría sin experimentar ninguna pasión o algún estado anímico.
Opinan [los estoicos] que el sabio actúa con inteligencia, con dialéctica, en los simposios y eróticamente. Dicen “erótico” en dos sentidos, uno cuando el virtuoso (σπουδαῖος) actúa según la virtud; otro, cuando se actúa según el vicio en una conducta reprochable, como cierta locura de amor (ἐρωτομᾰνής), y [dicen] que el virtuoso es amante de la amistad. Dicen que el que es digno de ser amado es igual al que es digno tener en amistad, pero no [es igual] del que es digno de ser deseado. Pues lo digno del amor virtuoso es el ser digno de ser amado. De la misma manera que en la erótica, acogen el simposio hacia las virtudes; por una parte,
El amor que sienten los sabios hacia los jóvenes, por consiguiente, tiene que ser entendido como un estado afectivo positivo en tanto que es un deseo racional26 con vistas a la amistad por causa de una belleza anímica que se manifiesta. Gracias a un fragmento que transmite Estobeo, aunque no asociado específicamente a Zenón de Citio, podemos ver con mayor profundidad en qué consiste el afecto racional del amor, en oposición a la pasión irracional:
como ciencia de comportamiento respecto al acto debido (καθῆκον) en un simposio, que es propia de cómo se debe conducir en los asuntos de los simposios y de cómo se debe beber; por otra parte, como ciencia de caza de jóvenes de buena naturaleza, la cual es exhortativa de actuar conforme a la virtud y es, de forma general, ciencia de amar correctamente, porque se ama con el intelecto. [Afirman] que el amar en sí mismo es indiferente (ἀδιάφορον), puesto que puede sobrevenir en cualquier momento al despreciable (φαῦλος). [Dicen] que el amor ni es un apetito27 ni un acto propio del despreciable, sino una proyección hacia la amistad por causa de una manifestación de belleza.28 (SVF III, 717).
A partir del largo, pero certero, pasaje de Estobeo, podemos ver que hay una preocupación de los estoicos por diferenciar entre el amor del sabio, muchas veces también referido como el “excelente” o el “virtuoso” (σπουδαῖος), del amor del despreciable (φαῦλος): el primero actúa con virtud, el segundo lo hace por pasión; el primero tiene un interés pedagógico29 por exhortar a la virtud, mientras que el segundo puede ser considerado como el que busca a los jóvenes afeminados descritos en el pasaje de Clemente de Alejandría.
Visto desde la teoría de los estados anímicos, el sabio tiene una eupateia, una pasión en sentido positivo en tanto que es la razón la que lo guía y lo impulsa a generar ese vínculo de amistad. Como tal, el amor es un estado anímico que experimenta el sabio como síntoma de su perfección moral. Sin embargo, el texto de Estobeo presenta complicaciones exegéticas al mencionar que el acto de amar (ἐρᾶν) es indiferente en sí mismo, pues puede sobrevenirle al despreciable. Nos queda claro ese el acto de amar y el amor como estado anímico son dos cosas distintas, pues las buenas pasiones provienen, como ya se mencionó, de juicios correctos o son equivalentes a ellos, por lo que el despreciable, al tener juicios incorrectos, vive en pasiones que lo atormentan; es decir, un vicioso al tener una pasión entre sus estados anímicos puede desempeñar actos indiferentes, como el amar, el caminar o cualquier otro similar. Podemos ver que los estoicos consideraban una ciencia del amar correctamente que se caracteriza por actos debidos (καθῆκον)30; por el contrario, existiría una forma incorrecta de amar que consistiría en actos vergonzosos, como los que pueden propiciar los kinaidos en los viciosos.
Hasta este punto, hemos visto el pensamiento estoico sobre el amor a los jóvenes con fines educativos; sin embargo, aunque esté estrechamente relacionado, no es lo mismo una relación varón y joven, que entre dos varones adultos32, la mencionada arrenomixia (ἀρρενομιξία) en el primer texto de Sexto Empírico. Asimismo, no parece existir un vínculo pedagógico que busque incentivar las virtudes entre dos adultos, pues recordemos que el amor del sabio es ante una disposición natural hacia la virtud. Si no es la exhortación a la virtud, como sí lo es en la relación sabio-joven, ¿qué puede impulsar la relación entre dos varones adultos?, recordemos que el amor del sabio es un impulso a la amistad y que es eso lo que tiene como objetivo. Podemos suponer, entonces, que entre dos adultos lo que ya existe es la amistad al tener ambos
la virtud, y eso tiene fuentes implicaciones ético-políticas.
Lamentablemente la República de Zenón no tiene la información suficiente para establecer dogmas doctrinales certeros y no nos queda más que hacer suposiciones, incluso tal vez sea esta la obra que tiene fragmentos completamente
descontextualizados. Entre los postulados más controvertidos (SVF 1, 257-269) se encuentra la abolición de moneda, tribunales y templos, la comunidad de mujeres, el incesto, la antropofagia y otras prácticas poco comunes que suelen ser justificadas por ser una obra temprana de Zenón de Citio que escribió sobre la cola del perro (SVF 1, 2)33, nos dice Diógenes Laercio para explicar las fuertes influencias cínicas.
En esta ciudad de sabios virtuosos hay un elemento importante que es fundamental para que dicha comunidad se mantenga, según nos dice el testimonio de Ateneo de Naucratis (SVF 1, 267): “Ponciano dice que Zenón de Citio cree que Eros es el dios de la amistad y de la libertad, que proporciona la concordia y no otra cosa. Puesto que, en la ciudad, dice, “Eros es un dios, es colaborador para la salvación de la ciudad”34 En este pasaje, el amor explicado por una alegoría teológica del dios Eros, es la causa de unos seres humanos con otros, con vistas a la comunidad natural, racional y universal35. Si bien es cierto que en el pasaje anterior parece referir a una ciudad determinada, hay que entender que Zenón se refiere a la ciudad del mundo, a la Cosmópolis, que también refiere Plutarco (SVF 1, 262) en el siguiente pasaje:
Ahora bien, la muy admirada República de Zenón, quien estableció la escuela de los estoicos, resume en este punto principal: para que no habitemos en ciudades o demarcaciones, cada uno separado en leyes particulares, consideremos a todos los seres humanos como ciudadanos y compatriotas, que sea un solo tipo de vida y el universo, como una comunidad que se nutre de una ley común. Zenón escribió esto como un sueño o una ilusión de una república bien ordenada y de un filósofo que imagina36.
Podemos considerar que este cosmos es una ciudad, que trasciende las ciudades particulares, y que la ley común es la razón que todos los seres humanos comparten37. Es en esta ciudad, también, en donde se dan las prácticas no convencionales que mencionan los fragmentos descontextualizados. Ahora, tenemos que intentar encontrar la coherencia de las relaciones homoeróticas en una ciudad como la mencionada por Zenón. Nos queda claro que tendría una función pedagógica, cuando los sabios incitan a los jóvenes a la virtud, y que en adultos es el amor como amistad el que produce la concordia entre los ciudadanos, en este punto Schofield (1999, 760) menciona que ésta es una innovación del pensamiento zenoniano, pues es común ver en otras fuentes griegas que el amor tiene funciones educativas, pero no funciones sociales y de concordia en la comunidad. Sin embargo, no queda claro si la arrenomixia (ἀρρενομιξία) en tanto que relación sexual también desempeñaba un rol importante. El fragmento que transmite Sexto Empírico nos menciona que para los estoicos es algo indiferente, algo que no es ni bueno ni malo. Tampoco podemos ver en qué forma estarían justificadas por la ley común, pero tampoco hay indicios de que se vayan en contra de ella. Entonces podemos suponer, hasta donde nos permiten los fragmentos, que en esta ciudad cosmopolita daría igual si las relaciones sexuales entre varones se lleven a cabo, pero es bueno saber, aunque sea una conclusión bastante somera, que la homosexualidad y las relaciones homoeróticas no son condenadas por antinaturales en el estoicismo de Zenón, ya sea como forma educativa, como lazo de amistad o como simple relación sexual.
filosofías, como las escuelas helenísticas, preminentemente prácticas. Cfr. Landa (2014).
καὶ τοῦτο μόνον ἐζηλωκότες τὸν ἀρχηγὸν ὑμῶν τῆς σοφίας Ζήνωνα τὸν Φοίνικα, ὃς οὐδεπώποτε γυναικὶ ἐχρήσατο, παιδικοῖς δ’ ἀεί, ὡς Ἀντίγονος ὁ Καρύστιος ἱστορεῖ ἐν τῷ περὶ τοῦ βίου αὐτοῦ· θρυλεῖτε γὰρ ὅτι “δεῖ μὴ τῶν σωμάτων ἀλλὰ τῆς ψυχῆς ἐρᾶν, “ οἵτινες μέχρι ὀκτὼ καὶ εἴκοσι ἐτῶν δεῖν λέγοντες συνέχειν τοὺς ἐρωμένους. (15, 563) (la traducción es de mi autoría).
15 Apophtemata, abarca los fragmentos SVF 1, 277-332, la traducción hecha por Ángel Cappelletti los omite; sin embargo, se encuentran traducidos al español la mayoría en la versión de García Gual, Vidas y Opiniones de los Filósofos Ilustres. Diógenes Laercio.
16 El fragmento en cuestión es el siguiente: “Muchas veces, dicen, se enamoró de alguno, pero es evidente que no era con relación al aspecto de los cuerpos, sino con relación a las almas de aquellos que correctamente por naturaleza tienden a la virtud.” πολλάκις γὰρ ἔφη μὲν ἄν τινος ἐρᾶν, φανερὸς δ’ ἦν οὐ τῶν τὰ σώματα πρὸς ὥραν, ἀλλὰ τῶν τὰς ψυχὰς πρὸς ἀρετὴν εὖ πεφυκότων ἐφιέμενος. Jenófanes, Memorabilia (Mem de aquí en adelante). 4, 1, (la traducción es de mi autoría).
17 Los discursos de Pausanias en el Banquete de Platón (180c-186a) y en la obra homónina de Jenofonte (32-35) son los testimonios más antiguos sobre el amante y el amado con fines educativos, es preciso mencionar que en cuanto el amado llegaba a ser un adulto, esa relación educativa ya no podía continuar.
2000).
<ἔστω, φησί, καθαρὸν τὸ πρόσωπον, ὀφρὺς μὴ καθειμένη, μηδ’ ὄμμα ἀναπεπταμένον μηδὲ διακεκλασμένον, μὴ ὕπτιος 246.5 ὁ τράχηλος, μηδ’ ἀνιέμενα τὰ τοῦ σώματος μέλη, ἀλλὰ [τὰ] μετέωρα ἐντόνοις ὅμοια· ὀρθὸς νοῦς πρὸς τὸν λόγον, ὀξύτης καὶ κατοκωχὴ
τῶν ὀρθῶς εἰρημένων, καὶ σχηματισμοὶ καὶ κινήσεις μηδὲν ἐνδιδοῦσαι τοῖς ἀκολάστοις ἐλπίδος. αἰδὼς μὲν ἐπανθείτω καὶ ἀρρενωπία· ἀπέστω δὲ καὶ ὁ ἀπὸ 246.10 τῶν μυροπωλίων καὶ χρυσοχοείων καὶ ἐριοπωλίων ἄλυς καὶ ὁ ἀπὸ τῶν ἄλλων ἐργαστηρίων, ἔνθα καὶ ἑταιρικῶς κεκοσμημένοι, ὥσπερ ἐπὶ τέγους καθεζόμενοι, διημερεύουσιν>. (la traducción es de mi autoría).
las pasiones en el estoicismo Cfr (Boeri-Salles, 2014 NT25)
26 Andrónico de Rodas (SVF II, 431) transmite un catálogo de estados anímicos racionales en el cual aparece (ἀγάπησις) ,un sinónimo de amor (ἔρως), como género del deseo racional (βούλησις).
veces de amor (erota), lo mismo que sus correspondientes verbos. Cfr. (Dover 1989, 47-48).
<συμποτικῶς καὶ ἐρωτικῶς>. τὸν δὲ ἐρωτικὸν καὶ διχῇ λέγεσθαι, <τὸν μὲν> κατὰ τὴν ἀρετὴν ποιὸν σπουδαῖον ὄντα, <τὸν δὲ> κατὰ τὴν κακίαν ἐν ψόγῳ, ὡς ἂν ἐρωτομανῆ τινα. 717.5 εἶναι δ› ἔρωτα <τὸν σπουδαῖον φιλίας>. τόν τ’ ἀξιέραστον ὁμοίως λέγεσθαι τῷ ἀξιοφιλήτῳ, καὶ οὐ τῷ ἀξιαπολαύστῳ· τὸν γὰρ ἄξιον σπουδαίου ἔρωτος, τοῦτον εἶναι ἀξιέραστον. Ὁμοίως δὲ τῇ ἐρωτικῇ <τὴν συμποτικὴν> παραλαμβάνουσιν εἰς τὰς ἀρετάς,
<τὴν μὲν> περὶ τὸ ἐν συμποσίῳ καθῆκον ἀναστρεφομένην ἐπιστήμην οὖσαν τοῦ πῶς δεῖ ἐξάγεσθαι τὰ συμπόσια καὶ τοῦ 717.10 πῶς δεῖ συμπίνειν· τὴν δ’ ἐπιστήμην νέων θήρας εὐφυῶν, προτρεπτικὴν οὖσαν ἐπὶ τὴν κατ› ἀρετήν, καὶ καθόλου ἐπιστήμην τοῦ καλῶς ἐρᾶν· διὸ καί φασιν ἐρασθήσεσθαι τὸν νοῦν ἔχοντα. Τὸ δὲ ἐρᾶν αὐτὸ μόνον ἀδιάφορον εἶναι, ἐπειδὴ γίνεταί ποτε καὶ περὶ φαύλους. Τὸν δὲ ἔρωτα οὔτε ἐπιθυμίαν εἶναι οὔτε τινὸς φαύλου πράγματος, ἀλλ’ ἐπιβολὴν φιλοποιίας διὰ κάλλους ἔμφασιν. (SVF III, 717) (la traducción es de mi autoría).
29 La educación griega es un tema que le interesó a Zenón de Citio, al punto de escribir un libro sobre ese tema Περὶ τῆς Ἑλληνικῆς παιδείας cuyo título nos transmite Diógenes Laercio. En opinión de Pohlenz, esa sería una prueba de que el fundador de la escuela estoica era fenicio de nacimiento y griego de educación, pues un griego de nacimiento no hubiera escrito un libro con ese título. Cfr. (Pohlenz, 2022).
34 Athenaeus XIII 561 C Ποντιανὸς δὲ Ζήνωνα ἔφη τὸν Κιτιέα ὑπολαμβάνειν τὸν Ἔρωτα θεὸν εἶναι φιλίας καὶ ἐλευθερίας, ἔτι δὲ καὶ ὁμονοίας παρασκευαστικόν, ἄλλου δ’ οὐδενός. διὸ καὶ <ἐν τῇ πολιτείᾳ> ἔφη “τὸν Ἔρωτα θεὸν εἶναι, συνεργὸν ὑπάρχοντα πρὸς τὴν τῆς πόλεως σωτηρίαν.” (la traducción es de mi autoría).
36 Plutarchus de Alex. virt. I 6 p. 329a. καὶ μὴν ἡ πολὺ θαυμαζομένη πολιτεία τοῦ τὴν Στωικῶν αἵρεσιν καταβαλομένου Ζήνωνος εἰς ἓν τοῦτο συντείνει κεφάλαιον, ἵνα μὴ κατὰ πόλεις μηδὲ κατὰ δήμους οἰκῶμεν, ἰδίοις ἕκαστοι διωρισμένοι δικαίοις, ἀλλὰ πάντας ἀνθρώπους ἡγώμεθα δημότας καὶ πολίτας, εἷς δὲ βίος ᾖ καὶ κόσμος, ὥσπερ ἀγέλης συννόμου νόμῳ κοινῷ συντρεφομένης. τοῦτο Ζήνων μὲν ἔγραψεν ὥσπερ ὄναρ ἢ εἴδωλον εὐνομίας φιλοσόφου καὶ πολιτείας ἀνατυπωσάμενος. (la traducción es de mi autoría).
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