Prett Rentería Tinoco

El germen de la filosofía durante el periodo arcaico de Grecia: la areté como virtud moral en el poema Los trabajos y los días de Hesíodo



Autor/ Author

Prett Rentería Tinoco Universidad de Guanajuato


ORCID ID: 0000-0003-

3042-1079

Correo: p.renteriatinoco@ugto. mx


Recibido: 22/08/2024 Aprobado: 30/11/2024 Publicado: 29/01/2025

RESUMEN

El texto1 afirma como hipótesis central que la revisión del poema Los trabajos y los días de Hesíodo debe ser complementada con el análisis filosófico, a partir de la identificación de los conceptos areté, dikaiosyne y paideia interpolados entre los versos 286-382, con la asistencia interpretativa de Paola Vianello de Córdova (Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM) y Frederick J. Teggart (Trinity College Dublin). Al realizar lo anterior, se logrará enriquecer el conocimiento actual en lengua hispana sobre la reflexión filosófica presente en el estudio del pensamiento arcaico de la antigua Grecia, a partir de la identificación, interpretación y explicación de los conceptos ya mencionados.

Palabras Claves: filosofía, filosofía antigua, Hesíodo, hermenéutica, presocráticos, filología clásica.

Abstract: The essay states as a central hypothesis that the review of the poem Works and Days of Hesiod must be complemented with philosophical analysis, based on the identification of the concepts areté, dikaiosyne and paideia interpolated between verses 286-382, with the assistance interpretation by Paola Vianello de Córdova (Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM) and Frederick J. Teggart (Trinity College Dublin). By doing the above, it will be possible to enrich current knowledge in the Spanish language about the philosophical reflection present in the study of the archaic thought of ancient Greece, based on the identification, interpretation and explanation of the concepts already mentioned.

Keywords: philosophy, ancient philosophy, Hesiod, hermeneutics, presocratics, classical philology.


  1. Introducción


    El objetivo del presente texto es exponer con detalle la interrelación entre el sistema religioso de creencias de la Grecia


    112

    Esta obra está bajo una Licencia Creative Common Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

    arcaica y el concepto de justicia (dikaiosyne), al interior del contexto del trabajo campesino del siglo VII a.C. Así, la intención es complementar la concepción de virtud (areté) del hombre común, plasmada en la poesía hesiódica, contrastada con la areté del aristócrata/oligarca de los cantos homéricos.

    Lo anterior se llevará a cabo por medio del análisis de las figuras mitológicas de Zeus y Diké, pues es importante tener presente que la expresión metafórica de ciertos poderes o procesos, como el de la justicia, es representada todavía a través de dichas potencias divinas.

    Asimismo, se recurrirá al apoyo de expertos en filología clásica en el momento de sustentar ciertas lecturas sobre el mito, pues el propósito de este texto es el de explorar el desarrollo de las ideas filosóficas dispersas en cuanto al concepto de justicia, mas no sugerir sobreinterpretaciones acerca de temas ampliamente ya trabajados.


  2. El concepto de areté (virtud) en el periodo arcaico de Grecia


    G. S. Kirk, estudioso de la filosofía presocrática, reconoce en Hesíodo cierta voluntad por sistematizar por primera vez el origen del kósmos, entendido como Totalidad. Según afirma, se propone ordenar, a partir de un principio, el surgimiento de todas las potencias divinas con asistencia de la “imaginación racionalizadora”. Ello quiere decir que ubica a Hesíodo, en contraste con Homero, como un creador de mitos especulativos, que no permanecen en la mera narrativa (epos), sino que intentan otorgar “historicidad” a los sucesos que ordenan y exponen (paideia): “Los primigenios Urano y Gea generan a los Titanes, seis varones y seis hembras según la lista de Hesíodo, lo cual muestra señales de tratarse de una racionalización de una tradición confusa” (Kirk, 1970, 215).

    Lo señalado otorga a la Teogonía de Hesíodo preeminencia sobre los cantos homéricos en cuanto a su calidad como registro literario con intenciones de racionalizar y de explicitar el origen de la totalidad, a partir de la genealogía divina. Al interior de dicha obra se localiza la figura de Zeus como central, pues todo el desarrollo, desde el origen con Urano y Gea, decanta en el orden entre el Cielo, la Tierra y el Inframundo, impuesto por el mismo Zeus. Y no es fortuito que se enfoque la atención en esta divinidad, pues, según el relato de Hesíodo, es el padre de la diosa Diké, representante de la justicia (dikaiosyne) en el Olimpo.

    ¿Qué diferencia existe entre lo que una figura mitológica representa o “hace”? Pues bien, en el caso de Diké, más allá de obrar en el mundo terrenal (metafóricamente hablando), simboliza la fe en la justicia divina por parte del campesinado griego del siglo VII a.C. Recordemos que la época de Hesíodo se caracteriza por enfrentar una gran crisis económico/material, agudizada por los conflictos generados por causa de la codicia de los oligarcas o aristoi. Es por esta razón por lo que el grueso de la población que no poseía título nobiliario alguno, o tierras, necesitó de una figura divina a la que apelar clamando por justicia, lo que, por vez primera, tuvo representación en la tradición literaria con Los trabajos y los días, de Hesíodo.

    La fuerza del sentimiento religioso de los griegos del periodo arcaico reside, pues, no tanto en la creencia en el poder sobrenatural de la divinidad, sino, más bien, en lo que dicho numen simboliza a partir del relato y de la tradición oral de los

    Prometeo intentaba acaso probar el poder de Zeus, y en consecuencia los hombres no sólo perdieron el fuego temporalmente, sino que maduró en ellos la necesidad de trabajar, para hacer una demostración de la “lucha” que Zeus había puesto en las raíces de la Tierra (278).

    viejos mitos. El papel del mito, además de ser etiológico (es decir, explicativo acerca del origen o causas de las cosas), resultó ser determinante en un sentido ontológico para los campesinos del periodo arcaico, pues lo que sucede con las cinco razas del hombre en Los trabajos y los días, en analogía con la época convulsiva contemporánea a Hesíodo, también se aprecia en el mito de Prometeo, en relación con la necesidad del trabajo para el hombre:

    Así, se justifica desde la comprensión del orden divino la necesidad del trabajo para el hombre, ya que no se impone como un mandamiento, sino que se explicita por medio de la especulación del mito y se destaca su inevitabilidad para el ser humano. La justicia para el hombre griego arcaico no se obtiene, como para la tradición babilónica, por medio del “ojo por ojo” (o Ley del talión), sino, más bien, a través del trabajo arduo en la tierra y el cumplimiento del deber cívico.

    Es entonces cuando el campesino adquiere un estatus ontológico distinto del que poseía tiempo atrás, cuando ni siquiera cuestionaba el sentido de su ser en lo colectivo. La diferencia reside, pues, en la justificación cuasi racional del trabajo como necesidad para el hombre común por medio de la explicación ofrecida por la imaginación especulativa del mito, específicamente reflejado en los casos de las cinco razas del hombre y de Prometeo relatados en Los trabajos y los días (vv. 106-202).

    De tal forma se observa cómo la injusticia del mundo terrenal, padecida por Hesíodo y sus contemporáneos, es plasmada en el poema de manera explicativa, e, incluso, con cierto sentido “histórico”. Cuido de entrecomillar la palabra, pues el relato es enteramente mitológico; sin embargo, la intención del beocio por concatenar los eventos de las cinco razas del hombre con un orden lógico, y un sentido a posteriori, hacen de su narración algo más que contar un pasado lejano: dan cuenta de la situación caótica del presente a partir de su relación estructural con el pasado.

    El triunfo gradual de Zeus sobre los poderes de la obstrucción y el desorden representa, seguramente, la aparición de un principio de control sistemático y, en cierto modo, incluso inteligente del mundo, algo que constituye una concepción que precedió, sin duda alguna, a cualquier “nacimiento” filosófico (291).

    Kirk sostiene que el triunfo de Zeus en la Teogonía como rey de los dioses olímpicos, significa un principio de control sistemático sobre el kósmos, algo que, además de brindar orden a todas las figuras mitológicas persistentes del periodo arcaico de Grecia, sintetiza y otorga sentido a las divinidades como símbolos, tal como sucede con el nacimiento de Diké, diosa de la justicia, como hija de Zeus y Themis:

    Tal enlace genealógico no parece ser fortuito, pues, en palabras del mismo Hesíodo, Zeus tomó a la “brillante Themis”, figura que representa la ley humana para la religión griega del periodo arcaico:

    En segundo lugar, se llevó a la brillante Themis que parió a las Horas, Eunomía, Diké y la floreciente Eirene las cuales protegen las cosechas de los hombres mortales, y las Moiras, a quienes Zeus otorgó la mayor distinción, a Cloto, Láquesis y Átropo, que conceden

    a los hombres mortales el ser felices

    y desgraciados (vv. 901-907) (Hesíodo, 1978, 109).

    Por tanto, es más simple notar la esquematización elaborada por el beocio, si entendemos por esquema, desde una acepción sencilla, el dotar de sentido el nacimiento de una divinidad como Diké al interior del poema, de donde proviene la justicia, dikaiosyne. Pues se trata de nada menos que del rey de los dioses emparentado con Themis, como se dijo, figura mitológica arcaica que simboliza la ley humana; lo que, según Kirk, caracteriza a Hesíodo como un autor (ya propiamente utilizando dicho término

    en contraste con Homero) cuasirracionalizador del mito.

    No obstante, es importante advertir que el objetivo de este texto no es ofrecer una nueva línea cronológica en el desarrollo del pensamiento filosófico de la antigua Grecia, sino, más bien, reconocer que las “simientes” de la reflexión de problemas abordados por los filósofos posteriores estaban ya presentes en la poesía del periodo arcaico, expresadas todavía de manera metafórica y didáctica.

    Por otro lado, es importante abordar con más detalle el aspecto vital inherente a la relación entre el campesino griego arcaico y la divinidad, lo que no puede quedar estrictamente circunscrito a la exposición de Kirk acerca de Hesíodo. Para ello, el siguiente análisis estará acompañado, en contraste, por un texto fundamental para la filosofía antigua; se trata de Los griegos y lo irracional, de E. R. Dodds. Asimismo, dicho análisis será complementado con el trabajo de autores secundarios, pero no por ello menos importantes, como Eric A. Havelock, y especialistas contemporáneos de la obra hesiódica como Franko Streeter Benacchio y Montserrat Jufresa.

    Como se advirtió, la entronización de Zeus como rey de los dioses, en el plano de la representación mitológica de la Teogonía, fue nodal para el desarrollo de las ideas religiosas del periodo arcaico en la Hélade. No obstante, el influjo de este suceso en la literatura de la época tuvo un impacto no sólo a nivel religioso, sino, también, en el aspecto de lo moral. Así, el entramado de relaciones vitales y discursivas permeaba las reflexiones morales contenidas en la Teogonía y en Los trabajos y los días.

    La primera obra abordó la genealogía de los dioses en un sentido especulativo; mientras que, la segunda, exploró las ideas de virtud y justicia en el ámbito del mundo terrenal en tiempos del poeta beocio. Entonces, el clima de desesperación entre la población desposeída y los propietarios medianos de tierra, como Hesíodo, impregnó la literatura de máximas morales acerca de lo justo y su relación con lo divino, de dikaiosyne. Sobre lo que Dodds comenta: “Los griegos no eran tan poco realistas como para ocultarse a sí mismos el hecho de que los malos florecen como el laurel. Este hecho inquieta profundamente a Hesíodo, Solón y Píndaro, y Teognis encuentra necesario

    hablar a Zeus francamente del asunto” (Dodds, 1997, 44).

    Es posible observar una y otra vez, especialmente entre los versos 286-382 de Los trabajos y los días, de qué manera el poeta beocio aconseja a su hermano Perses el

    llevar una vida con civilidad; es decir, de concordia entre sus conciudadanos, detalle que no resulta menor, pues ya no se trata de exhortaciones hechas a la figura altiva del héroe o del noble, sino de advertencias morales dirigidas en primera persona al campesino común:

    […] Un daño, el vecino malo, cuanto el bueno grande ventaja. Tiene en suerte un tesoro aquel que tiene un vecino que es bueno; ni un buey se perdería, si no fuese malo el vecino.

    Mide bien lo que tomas del vecino y devuélvele bien, en la misma medida, y más conveniente si puedes, para que aun después, si necesitas, lo encuentres seguro (vv. 246-251) (Hesíodo, 1986, 12).

    Este es tan sólo un ejemplo de muchos que atraviesan el poema, y denota el eslabón discursivo entre el plano de la moralidad mundana y el terreno del sentimiento religioso, pues el hombre que incumple sus deberes o que carece de civilidad engendra hibris. En el caso de Hesíodo, una hibris que Dodds interpreta como propia de lo que él llama “cultura de culpa” en la Edad Arcaica2.

    Se trata de una hibris engendrada en el corazón de las sociedades de dicha época: la familia. Lo que, de igual forma, podía ser heredado a toda la descendencia. Es a lo que se refiere el filólogo irlandés cuando habla de “culpa”, pues, a diferencia de las sociedades de la Edad de Bronce, en la Edad Arcaica de Grecia tal culpa llega a ser interiorizada en el núcleo familiar y, a la vez, transmitida por generaciones.

    El que estos hombres [Hesíodo, Solón, Teognis] aceptaran, a pesar de todo, la idea de la culpa heredada y del castigo diferido, se debe a la creencia en la solidaridad de la familia, que la Grecia arcaica compartió con otras sociedades antiguas, y con muchas culturas primitivas de hoy. Podría ser injusto, pero a ellos les parecía una ley de la naturaleza que había que aceptar: porque la familia era una unidad moral, la vida del hijo era una prolongación de la vida de su padre, y el hijo heredaba las deudas morales de su padre exactamente como heredaba sus deudas comerciales […] Fue desafortunado para los griegos que esta idea de una justicia cósmica, que representaba un avance sobre la noción de Poderes divinos puramente arbitrarios y proveía a la nueva moralidad cívica de una sanción, se asociara del modo que hemos dicho con una concepción primitiva de la familia. Porque con ello todo el peso del sentimiento religioso y de la ley religiosa vino a oponerse a la emergencia de una verdadera visión del individuo como persona, con derechos personales y responsabilidades personales (Dodds, 1997, 44-45).

    Dodds se lamenta acerca de este hecho, puesto que cree firmemente que ello significó una suerte de atraso en el desarrollo de una moral autónoma por parte del sujeto en la cultura griega:

    Sin embargo, es posible afirmar, en contraste con Dodds, que dicha visión del individuo como persona en la cultura griega sucedió paulatinamente con la interiorización de la conciencia iniciada por Sócrates y Platón, y que concluyó durante el periodo helenístico (323 a.C.-70 a.C.) con los tratados morales y la phrónesis aristotélica.

  3. La filosofía moral y práctica de Hesíodo


    Al hablar de conceptos se piensa, comúnmente, en abstracciones o generalizaciones obtenidas por medio de la deducción lógica o argumentativa. De manera más práctica, se utiliza la palabra “concepto” en su acepción más sencilla; o sea, como término que simboliza una o varias ideas relacionadas. Se trata de dikaiosyne y alétheia, las cuales son traducidas normalmente como justicia y verdad y que constituyen parte de esta investigación.

    Otro de los puntos por destacar es, pues, identificar cómo dichos conceptos están inmersos en una relación discursiva constante al interior del campo semántico que nos brinda la literatura del periodo arcaico de la Grecia primitiva. Para ello se trata específicamente la primera parte de Los trabajos y los días (exhortación al trabajo y a la justicia), donde, en compañía del análisis filológico hecho por Friedrich W. Solmsen, es posible apreciar de qué forma justicia y verdad son dos nociones interrelacionadas a lo largo de la obra, al punto en que es difícil discernir sus particularidades.

    El sistematizar en la Teogonía la genealogía divina, para, posteriormente en Los trabajos y los días, exhortar al hombre al trabajo a través de un nuevo modelo de areté, fue de gran relevancia para el periodo arcaico de Grecia.

    Más allá de sólo repetir versos, el poeta beocio especuló y organizó una tradición religiosa bastante heterogénea en un sentido positivo; es decir, adjudicando el valor explicativo de símbolos o de ideas a las antiguas figuras mitológicas, al mismo tiempo que refleja el carácter de cada una de ellas según su ascendencia. “Su originalidad [la de Hesíodo] no recae en la invención de tales historias, sino en la selección y combinación de las mismas para componer una satisfactoria y, desde su punto de vista, significativa historia de la dinastía divina” (Finley, 2007, 21).

    Tal es la situación de Diké, que, como se vio, funge como representante de la justicia por su padre Zeus ante los hombres en la Tierra. Solmsen detalla la peculiaridad de la obra hesiódica en cuanto a registro especulativo de la literatura arcaica griega sobre cuestiones filosóficas. A pesar de no estar expresadas en prosa, pues como se revisó con E. Havelock la tradición oral en tiempos de Hesíodo era todavía lo común, reflejan una voluntad por explicar, por medio del lenguaje metafórico, diversas problemáticas morales.

    El rey que tenía poderío era juez, legislador y comandante; había ceremonias, rituales y normas aceptadas, así como un código de honor, según el cual vivían los nobles; este incluía cofradías, intercambio de presentes, sacrificios a los dioses y ritos de inhumación apropiados. Sin embargo, no existía ni aparato burocrático, ni sistema legal formalizado ni mecanismo constitucional. El equilibrio del poder estaba delicadamente balanceado, la tensión entre el rey y los nobles era crónica, así como también frecuentes las luchas por el poder (130).

    Por su parte, M. I. Finley remarca que es posible hallar rastros de veracidad historiográfica en cuanto a la evolución de los sistemas políticos de la Grecia arcaica de manera tangencial si apreciamos con mayor detalle las figuras que representan la autoridad territorial; en el caso de Los trabajos y los días se trata de los jueces o magistrados, aristócratas que mantenían la oligarquía entre las familias terratenientes:

    Ello nos muestra, a mi parecer, un retrato de la administración centralizada de

    las monarquías micénicas, reflejada en la Ilíada y la Odisea, en contrapunto con la organización aristocrática de las primeras polis en el caso de Hesíodo, en Beocia. Esto denota la “invisibilidad” del pueblo llano en Homero, pues son contadas las ocasiones en las que no aparece algún personaje divino o semidivino como protagonista3.

    Las personas comunes, entonces, no tenían representación alguna en Homero, ni siquiera como parte de un coro, como sucedió con los escritores de tragedias más adelante: “En general, el silencio del pueblo constituye la dificultad más ardua que estos [poemas homéricos] presentan para el historiador. La presencia de aquel se nota en todo momento, incluso en las batallas, pero sólo como una masa indefinida cuya situación no llega a apreciarse con claridad” (130). Este lento desarrollo, pues el periodo arcaico abarca dos siglos, entre las formas de gobierno primitivas hacia la democracia ateniense, destaca de qué manera los conceptos, o elementos discursivos, evolucionan en la literatura de la época.

    Asimismo, se da el impacto que la alfabetización, iniciada alrededor del siglo VIII

    a.C. (Finley, 2007, 133), tuvo en la sistematización de los conceptos legislativos para la elaboración de las primeras constituciones, como la de Solón4.

    Por lo tanto, podemos apreciar que el surgimiento de las primeras instituciones, o de la legalidad formal, se da de manera gradual y orgánica a través de distintas épocas y regiones en la Hélade. Y el caso de Hesíodo es excepcional, pues se encuentra en medio de una gran transición entre los gobiernos aristocráticos y la democracia; muestra de ello es la importancia que otorga a la voz popular en contraste con Homero.

    Ahora, es momento de evaluar de qué manera se concatena lo visto en relación con la constitución de las primeras formas de gobierno de la antigua Grecia, lo cual se hizo en contraste con Jenofonte (s. V) y sus escritos sobre economía antigua. Ello con la intención de otorgar un panorama integral sobre la influencia de la poesía didáctica/ filosófica en las sociedades orales, como la de Hesíodo, en el ámbito político. Pues resulta revelador el hecho histórico del surgimiento de las primeras ciudades-Estado a la par de la transición de la oralidad a la escritura en tiempos de nuestro autor.

    Los griegos nombraban como persai a este pueblo proveniente de Medio Oriente, y cuyo significado (destruir) (Murray, 2014, 29) nos puede dar una idea del temor que los helenos sentían ante esta apabullante potencia que los amenazaba desde tiempos inmemoriales. No obstante, la historia concebida como “ciencia de la transición” (Ortega y Gasset, 1970, 76), nos muestra que transformación y cambio son las únicas constantes en el desarrollo de toda civilización; y el caso de los griegos no fue la excepción, pues el periodo de los Erga abarca un siglo de hambruna y crisis económica plasmadas por Hesíodo en sus versos.

    La victoria obtenida por los estrategas, entre ellos el famoso general Temístocles, fue crucial para el avance expansionista de Atenas frente a los invasores persas en el 490, durante la batalla de Maratón.

    Algunos historiadores consideran que dicha victoria se debió en gran parte al populismo exacerbado del mismo Temístocles, lo que dio la confianza necesaria a las huestes combatientes en la contienda a lo largo del periodo de las denominadas Guerras Médicas5. Es importante enunciar tales cambios políticos al interior de Atenas, ya que economía y política se vuelven inseparables al examinar la época en que Hesíodo expone sus ideas.

    Ahora bien, una vez que Atenas consolidó su hegemonía al interior del Ática y sobre algunas islas del Egeo, fue menester organizar los nuevos territorios conquistados y los recuperados del dominio persa; se creó entonces la Confederación de Delos. Uno de los principales propósitos de dicha confederación, además de simbolizar el dominio ateniense sobre los nuevos distritos, era suministrar recursos económicos por medio del tributo conocido como phoros (Plácido, 1989, 135-154).

    Gracias a esta momentánea bonanza, Atenas alcanzó un desarrollo y estabilidad que no volvería a experimentar. Este periodo es llamado la “época de oro”. Las grandes figuras de la filosofía occidental surgen por doquier, como Sócrates, nacido alrededor del 470; Heródoto, el historiador, y Pericles, conocido por su gran labor como político y orador. Todo ello en el marco del desarrollo que se venía trazando desde siglos atrás en el periodo arcaico, desde la disolución de los gobiernos oligárquicos en relación con la exhortación a la areté y a la dikaiosyne hecha por Hesíodo en Los trabajos y los días.

    Ambos pensadores, Jenofonte y Hesíodo, parecen estar más preocupados por brindar, no un manual de economía o de agricultura, sino exhortaciones a la areté por medio del trabajo (dikaiosyne) y la buena administración.

    Entonces, observamos que los cimientos de la civilidad griega retratada por Jenofonte en la buena administración del oikos estaban ya presentes en la mente de Hesíodo beocio, quien invitaba al campesino a llevar buenas relaciones con sus conciudadanos, a la vez que recomendaba una mesurada administración de los bienes materiales.

    El planteamiento de Jenofonte acerca de lo que se entendía como economía en la Antigüedad en su diálogo Económico, discurre sobre tres ejes principales: oikos, polis y oikonomia. Etimológicamente, oikos se puede traducir al español como casa u hogar (Ferrater Mora, 1956). Sin embargo, el uso de dicho concepto cambia dependiendo del contexto en el que se utilice a lo largo de la obra; por ejemplo, cuando se le considera como el equivalente total de bienes que puede poseer un ciudadano (Plácido, 1989). “Por lo tanto, en su acepción general, oikos haría referencia al conjunto de casa, familia y propiedades, que constituye la comunidad social básica en el mundo griego, y la que permite cubrir tanto las necesidades de alimento y vivienda como las de reproducción” (Mirón, 2004, 63).

    Lo mismo sucede con el término oikonomia, que es la conjunción de oikos y nomos, es decir, hogar y ley: la ley del hogar (Ferrater Mora, 1956). Significado en apariencia muy distinto al que conocemos en la actualidad, pero no del todo, ya que si concebimos a la economía como la ciencia que estudia la producción de bienes, podemos relacionarla con el concepto antiguo de administración del hogar, donde se entiende al hogar, u oikos, como célula elemental de la polis que reproduce la fuerza de trabajo (varones, descendencia) que genera dichos bienes. Incluso Hesíodo recomienda que, si se poseen pocos bienes materiales, lo mejor es tener un solo hijo, pues más bocas que alimentar representaría lógicamente un problema mayor.

    Entonces, por medio de la analogía, podemos vislumbrar una interrelación entre ambos significados de economía; algo distinto a la opinión de los historiadores que niegan la existencia de principios económicos en la Antigüedad: “Que la economía antigua no funcione como la actual no quiere decir que haya que eliminar de ella todo lo que pueda ser similar a los rasgos de esta última” (Plácido, 1989, 139).

    El historiador español Domingo Plácido menciona en diversas investigaciones que, a pesar de que los mecanismos de la economía capitalista actual funcionen de manera distinta a los de la Antigüedad, se pueden rastrear paralelismos en lo referente a la fuerza de trabajo humana como capital en el sistema esclavista de la sociedad de la Grecia arcaica.

    Esto es algo en evidente relación con las sugerencias de Hesíodo sobre la importancia de la buena administración de dichos bienes (casa, mujer, hijos y esclavos) que repercute de manera directa en lo que sucede en la polis: ya que en las sociedades griegas el ámbito de lo público y lo privado formaban un mismo núcleo (Mirón, 2004). De hecho, durante el siglo VII a.C., en Beocia imperaba todavía un tipo de organización cuasi tribal, donde la noción de casa como propiedad particular era algo incipiente, pues eran realmente pocos los propietarios de tierras.


  4. Conclusiones


En síntesis, en el presente texto se ha realizado un recorrido muy breve sobre el contexto histórico donde Jenofonte desarrolló sus ideas acerca de la oikonomia, con la intención de comparar y contrastar la influencia de la areté vinculada con la dikaiosyne de los Erga de Hesíodo.

De tal manera que es posible observar el desarrollo integral del pensamiento filosófico sobre temas específicos, como la economía, desde sus primeras “formas” en la cultura oral de tiempos del beocio. Asimismo, se revisaron los conceptos de oikos, polis y oikonomia para tener una visión más amplia de estos términos nodales para el pensamiento de la Antigüedad.

Creo que uno de los errores más frecuentes que cometemos al revisar y analizar las ideas de los antiguos es el de querer interpretar su pensamiento a partir de categorías o conceptos modernos, emitiendo juicios erróneos sin considerar el contexto en que dichas ideas surgieron, como tampoco lo que significaron para quienes elaboraron y expusieron sus pensamientos en determinada época.

En la historiografía, a este error se le conoce como anacronismo, y como víctimas del anacronismo entorpecemos la labor heurística que puede dar como resultado nuevas líneas de investigación que arrojen reinterpretaciones actuales de conceptos que se creían ya lo suficientemente analizados por todas las disciplinas científicas o académicas existentes.

No obstante, la filosofía, en conjunto con otras disciplinas, nos ha mostrado que explorar los textos antiguos desde diversas posiciones ideológicas o intelectuales puede brindar vías alternas para repensar nuestro presente por medio de la analogía de conceptos; y tal parece ser el caso de Hesíodo. Lo que la economía contemporánea descarta del pensamiento de los antiguos es retomado por la filosofía, pero no por mero interés erudito, sino con la intención de aportar nuevas ideas para la continua reflexión sobre los problemas actuales relacionados con un sinfín de cuestiones, como bien puede ser la deshumanización de las relaciones laborales al interior del sistema capitalista, o la reivindicación de la mujer y su aportación a la economía a través de los estudios de género.

Por lo tanto, me parece que es importante revisar a los autores olvidados por la historia de la filosofía que desecha y selecciona de manera arbitraria quiénes son dignos de ser considerados como “vigentes” para el mundo contemporáneo y quiénes no. Es nuestra tarea como estudiantes, académicos o investigadores de las llamadas humanidades, el continuar con el análisis y reflexión del gran acervo de textos antiguos para ampliar los horizontes interpretativos que brinden nuevas herramientas para la teorización de problemas de toda índole.


Notas


1 Una versión preliminar del presente texto ha sido trabajada en mi investigación para la tesis de posgrado.


2 “Cultura de culpa” en contraposición con la “cultura de vergüenza” de las sociedades previas a la Edad Arcaica de Grecia, o sea, la Era de Bronce.


3 Por ejemplo, la aparición de Tiresias el adivino en la Odisea, quien, más adelante en el tiempo, representará la voz prudente del coro en las tragedias de Sófocles, etc.


4 Después reformada por Clístenes, tradicionalmente considerado como precursor de la democracia ateniense.


5 Es decir, las guerras contra los medos o persas a lo largo de la primera mitad del siglo V.


Referencias


Dodds, Eric Robertson: (1997). Los griegos y lo irracional. Madrid: Alianza.


Dolores Mirón, María: (2004). “Oikos y oikonomia: el análisis de las unidades domésticas de producción y reproducción en el estudio de la economía antigua”, en Gerión. Revista de Historia Antigua. Vol. 22 No. 1. Granada: Instituto de Estudios de la Mujer, Universidad de Granada.

Ferrater Mora, José: (1956). Diccionario de filosofía. Tomo II K-P. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. Finley, Moses Israel: (2007). Grecia primitiva: la Edad de Bronce y la Era arcaica. Buenos Aires: Editorial

Universitaria de Buenos Aires.


Hesíodo: (1986). Los trabajos y los días, introducción, versión rítmica y notas de Paola Vianello de Córdova. México D. F.: UNAM.


     : (1978). Teogonía, introducción, traducción y notas de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Diez. Madrid: Gredos.


Kirk, Geoffrey Stephen: (1970). El mito. Su significado y funciones en la Antigüedad y otras culturas.

Londres: Cambridge University Press.

Murray, Gilbert: (2014). Eurípides y su tiempo. México D.F.: Fondo de Cultura Económica. Ortega y Gasset, José: (1970). Historia como sistema. Madrid: Revista de Occidente.

Plácido, Domingo: (1989). Economía y sociedad. Polis y Basileia. Los fundamentos de la reflexión

historiográfica de Jenofonte. Sevilla: Habis.