Julio Minaya Santos
Con el pasar del tiempo va perdiendo interés en los países latinoamericanos la pregunta sobre si existe en la región un pensamiento filosófico digno de su nombre. Esta y otras preocupaciones afines están llamadas a desvanecerse en la medida que, libre de complejos de inferioridad causados por el eurocentrismo aún prevaleciente, los cultivadores de la filosofía en la región se decidan a emplear el logos que muchos en Europa y Estados Unidos reclaman todavía como patrimonio exclusivo.
Precisamente, libros como Pensamiento crítico: Ensayos
Autor/ Author
Julio Minaya Santos
Universidad Autónoma de Santo Domingo
Recibido: 05/06/24 Aprobado: 15/07/24 Publicado: 05/09/24
sobre Filosofía de la Filosofía de la Liberación y decolonialidad, concebido por el filósofo panameño Abdiel Rodríguez Reyes, constituyen muestras fehacientes del vigor intelectual y el empoderamiento teórico desalienador que caracteriza gran parte de la producción filosófica de nuestros países en las últimas décadas. Y el hecho de que esta obra de corte liberador surja en Panamá, no debe causar sorpresa, dada su colocación en el mismo trayecto de una de las rutas de mayor concurrencia del comercio mundial, donde el imperio estadounidense se propuso establecer uno de sus enclaves neocoloniales favoritos. Este trabajo del Dr. Abdiel Rodríguez Reyes viene a enriquecer el acervo bibliográfico de la literatura filosófica latinoamericana. El lector encontrará un conjunto de textos concebidos y redactados por el autor para orientar coloquios y seminarios realizados en varias universidades de la región. No oculta que sus ensayos tengan siempre como telón de fondo el compromiso político, en que sobresale su interés por “[…] la liberación epistémica de las ataduras de la modernidad capitalista” (11) Aboga, en efecto, por el diseño de alternativas plurales que favorezcan un “[…] horizonte abierto a lo nuevo y distinto, reconociendo nuestras tradiciones, experiencias y
manifestaciones de lo encubierto por la modernidad capitalista” (11).
El autor no soslaya la actual crisis del sistema económico-social fundamentado en la modalidad productiva del capitalismo; pero, más allá de esto tiene la convicción de que en la encrucijada por la que atraviesa la humanidad, la mayor preocupación debe dirigirse a una problemática mucho más profunda y abarcadora. Entiende que se trata de una crisis de tipo civilizatorio dentro de la cual el “[…] ego individual y el neolibelismo han demostrado su incapacidad de resolver los problemas” (12). Problemas de por sí complejos y urgentes, ante los cuales se precisa de diseñar soluciones que implican radicalidad. Entre estas problemáticas sobresale el colapso de tipo ecológico que nos abate, donde la Madre Tierra o Pachamama se convierte en víctima del extractivismo minero, de la contaminación de los suelos, ríos, mares y océanos.
Rodríguez tiene la convicción que esta lucha, que tiene frente a sí a potencias mundiales armadas con tecnologías sofisticadas para explotar los recursos naturales hasta su total agotamiento, ha de ser vista dentro de un marco o dimensión mayor, ya que si bien hay que liberar al planeta de la explotación a que lo somete la ilimitada voracidad del capital, no menos, por ejemplo, debe incluirse también a la mujer que sufre los rigores del patriarcado entronizado en nuestros entornos socioculturales, o al indígena y al negro marginados en nuestras sociedades caracterizadas por la exclusión social y desigualdades irritantes.
Esto lleva al intelectual panameño a la adopción del pensamiento crítico creativo como alternativa filosófica. Desde su criterio se impone incluso la necesidad de concebir un horizonte de naturaleza utópica, de crear formas de luchas políticas basadas en ideales liberadores que conlleven una transformación social de corte revolucionario. Y en este sentido declara cuáles son sus preferencias teóricas: “En estas breves páginas queremos tejer comunidad […]. Desde la urgencia del pensamiento crítico, pasando por la Filosofía de la liberación y la decolonialidad que se van a las raíces del problema indagando en las herencias coloniales y las desigualdades producidas por un modo de producción depredador de sí mismo […] Así es el sistema capitalista moderno eurocéntrico, se come sus periferias y deja por último su propia cabeza […] tenemos que diseñar otro mundo digno, de vida plena” (13).
El Dr. Abdiel Rodríguez Reyes es profesor de filosofía e investigador de la Universidad de Panamá, de la cual es egresado. Realizó estudios Dr.ales en la Universidad del País Vasco. El libro que nos ocupa deriva de su informe final de Tesis. Consta de 147 páginas y está integrada por dos grandes bloques. El primero comprende seis ensayos en que aborda los temas del pensamiento crítico, la decolonialidad, la filosofía de la liberación, los aportes de Enrique Dussel al giro decolonial y, por último, “Diseño” y Transmodernidad. El segundo bloque está constituido por dos anexos o apéndices: “A 150 años de El capital ¿Desde dónde lo leemos?” y el texto de la entrevista que hizo a Nelson Maldonado-Torres, a quien cabe el mérito de ser el creador conceptual del “Giro Decolonial”. Según mi parecer, en esta obra se distinguen tres ejes temáticos principales, a saber: pensamiento crítico, filosofía de la liberación, pensamiento decolonial.
Nuestro filósofo presenta una serie de matizaciones acerca del pensamiento
crítico. En primer término, su carácter creativo y contestatario. Pone como ejemplo
la pandemia de Covid-19, que puso al desnudo las abismales desigualdades sociales, llevando a un extremo la crisis de todo el sistema social y económico. Para él, pensar críticamente la realidad implica encarar la problemática desde su raíz; conlleva “traducir lo que nos acontece en ideas y conceptos, con el fin de formar conciencias a partir de esas experiencias […]. Todos y todas queremos reproducir y afirmar la vida, queremos un buen vivir, pero ese objetivo no está a la vuelta de la esquina; hay que transformar la realidad para diseñar entonces ese mundo en el que quepan muchos mundos […], aquel donde se respete la pluralidad ideológica, cultural, etcétera” (15). El Dr. Rodríguez reconoce que el pensamiento decolonial aún está en proceso de definición y delimitación conceptuales, y que no está exento de contradicciones. Tal perspectiva teórica se caracteriza por estar vinculada a prácticas de tipo liberador, razón por la cual guarda estrecha relación con la filosofía de la liberación, doctrina trabajada y difundida por el extinto filósofo Enrique Dussel, quien trató a Abdiel
Rodríguez Reyes como uno de sus discípulos.
Nuestro autor concibe la decolonialidad como crítica de la colonialidad. “Ese
-asegura- es nuestro punto de partida. La colonialidad […] tiene varias cabezas: la colonialidad del ser, del saber, de la naturaleza. Si le cortas una de sus cabezas le nacen otras, por eso hay que cortarles todas sibn darle la oportunidad que nazcan más” (20).
Rodríguez Reyes destina varias páginas a reseñar los aportes fundamentales de los impulsores de la teoría decolonial, iniciando con Anibal Quijano y su análisis de la “colonialidad del poder”. En cuanto a Walter Mignolo, opina que constituye una de las figuras centrales de la filosofía decolonial, poniendo de relieve que, si bien la colonialidad como vertiente teórica es reciente, como práctica cultural, social y política tiene como mínimo quinientos años, por lo que, la colonialidad y la modernidad nacen al mismo tiempo.Es por esta razón que el filósofo peruano Aníbal Quijano, en una entrevista concedida en 1991, sostiene la tesis de que “América Latina, la modernidad y el capitalismo nacieron el mismo día”.
Otro de los referentes del pensamiento decolonial, según nuestro autor, es Ramón Grosfoguel, de la Universidad de Berkeley, quien se ha caracterizado por su sentido crítico al interior del colectivo, cuestionando incluso determinadas posturas de Mignolo y de Quijano. Su postura antiespañolista lo lleva hasta defender los esfuerzos de Catañuña y del País Vasco por independizarse de España.
Por otra parte, Rodríguez enfatiza la relevancia teórica y conceptual del denominado “Giro decolonial” y el rol jugado por el puertorriqueño Nelson Maldonado- Torres, quien ha trabajado el tema de la colonialidad del ser y se ha esforzado por poner en evidencia el destacado rol jugado por Franz Fanon en tal sentido. Además, el autor le sale al frente a los que piensan que el pensamiento decolonial es ajeno a Latinoamérica: “Muchos piensan equivocadamente que la decolonialidad es una creación estadounidense […] Algunos de los referentes trabajan […] en Estados Unidos, pero esto no es razón suficiente para decir que la decolonialidad es hechura de la inteligencia estadounidense. Creo que la práctica decolonial surgió de las propias contradicciones a partir del encubrimiento de América en 1492” (23).
Nuestro autor dedica también algunas páginas a dilucidar lo que denomina “tensa relación de la decolonialidad con el progresismo latinoamericano”. Previamente
había ponderado la enorme complejidad y diversidad presente entre las posturas de los constructores principales de la teoría decolonial. El Dr. Rodríguez refiere dos fraccionamientos al interior del círculo decolonial. La primera tiene que ver con las posturas asumidas de cara a la crisis venezolana; la segunda, respecto del caso de Bolivia. Frente a tales situaciones no fue posible lograr un consenso dentro del colectivo. Explica que las discrepancias teóricas del colombiano Santiago Castro-Gómez,
con respecto a los autores aquí considerados, tienen su origen en las posturas asumidas por gobiernos progresistas frente al empresariado neoliberal y, además, por su postura en relación con el problema del extractivismo. Rodríguez aclara el modo en que Castro-Gómez fue acercándose al republicanismo transmoderno, advirtiendo que, para el filósofo colombiano la decolonialidad transitaba hacia su final. No obstante, para Rodríguez esta postura no debilita el pensamiento decolonial, por el contrario, la revitaliza, pues nos invita “[…] a pensar críticamente algunos supuestos que se daban como superados. Por los menos dos: la solidaridad incondicional hacia los gobiernos progresistas y la crítica de la crítica”.
El autor hace un aparte para dilucidar la categoría propuesta por Enrique Dussel y que denomina Transmodernidad, cuestión que aprovecha el principal exponente de la filosofía de la liberación para delinear su proyecto político. Al abordar el novedoso concepto de transmodernidad, Dussel parte de una recia crítica a la categoría de postmodernidad, tomando como base las formulaciones teóricas de Lyotar, Vattimo y otros impulsores de dicha teoría.
Argumenta que el concepto de Transmodernidad trabajado por Dussel, engloba el conjunto de horizontes alternativos que se construyen desde ya, pero cuya concreción material van más allá de la modernidad. Se trata de una nueva perspectiva “[…] donde la vida sea el eje articulador de un sentido histórico distinto al de la Modernidad capitalista […] A ese horizonte de vida Dussel lo llamó Transmodernidad, su gran proyecto filosóficopolítico, el cual consiste como señaló en el tomo I de Política de la liberación, en “un giro descolonizador” (31). El autor aclara que que Dussel, desde finales de la década de los noventa enfatizó la necesidad de formular un principio material en la reflexión: tal principio es la reproducción de la vida.
Con las herramientas conceptuales y teóricas antes señaladas, nuestro autor se adentra en el análisis de lo ocurrido histórica, social y políticamente en su país. Argumenta que Panamá puede considerarse un país liberado en lo que se refiere a un enclave colonial del imperio del Norte, pero cree que eso no es suficiente, por lo que: “[…] debemos seguir liberándonos de las viejas y nuevas ataduras, pues el imperio no escatima esfuerzos en ejercer su poder. Abya Yala tiene la necesidad de las cadenas de la modernidad capitalista. La liberación es, pues, el tema que, con urgencia, debemos discutir desde el pensamiento crítico” (16). Dentro de su pensar cuestionador, Rodríguez encara dos cuestiones que se suelen asumir como si fueran totalmente ciertas: la primera la expresa así: “Este no es el mejor de los mundos posibles”; y la segunda: “las desigualdades no son naturales”.
En el presente libro resulta harto evidente que su autor se inspira en los supuestos teóricos básicos del marxismo como doctrina que aún puede irradiar luz de cara a los afanes del presentes por transformar las estructuras injustas y antiecológicas de nuestras sociedades. El filósofo expresa la pertinencia actual de la teoría de Carlos
Pertenecemos al mundo poscolonial y no al de los países industrializados como Inglaterra y Estados Unidos. Cuando leamos El Capital, tenemos la tarea de asumir nuestra realidad como elemento central de una lectura que nos permita descubrir la riqueza de este libro desde Abya Yala. Compartimos la totalidad del sistema, pero las condiciones no son las mismas en los países industrializados con su “Estado de bienestar” que en los países periféricos en donde no contamos con las mismas garantías. Hay que tener en cuenta estos matices para apreciar la riqueza del pensamiento de Marx en su justa dimensión” (107).
Marx en los siguientes términos:
La investigación llevada a cabo por Rodríguez Reyes constituye un notable aporte para el abordaje de las reflexiones teóricas que han emergido como resultado del despliegue del pensamiento filosófico liberador de Enrique Dussel y de la teoría decolonial, impulsada por Anibal Quijano, Walter Mignolo, Ramón Grosfoguel. Estos autores, junto a otros más jóvenes -como es el caso del autor de este libro-, han jalonado la filosofía latinoamericana y las ciencias sociales desde finales de siglo XX hasta nuestros días. Como puede colegirse, es mucho el trabajo que aún tiene por delante el conjunto de filósofos y cientistas sociales que han abrazado la filosofía de la liberación y la teoría de la decolonialidad, como recursos teóricos para contribuir con la transformación social de nuestras sociedades. Hemos de agradecer la presente contribución del profesor y filósofo panameño Dr. Abdiel Rodríguez Reyes, orientada a esclarecer, enriquecer y divulgar el pensamiento filosófico y político en nuestra región.