Carlos Rojas Osorio
Simbolismo e implicación es un estudio comprensivo de la obra del filósofo español Andrés Ortiz Osés, cuya filosofía se desarrolla como una hermenéutica que él califica de simbólica. Antes de abordar el pensamiento de Ortiz Osés, Edickson Minaya nos trae una breve, pero sustanciosa historia de la hermenéutica, donde los nombres de Schleiermacher, Dilthey, Heidegger, Gadamer sobresalen. El calificativo de hermenéutica simbólica proviene del énfasis en los símbolos, cuyo
punto de partida se halla en la filosofía de las formas simbólicas
Autor/ Author
Carlos Rojas Osorio Universidad de Puerto Rico Correo: cr9683309@ gmail.com
Recibido: 13/02/24 Aprobado: 01/03/24 Publicado: 17/03/24
de Ernst Cassirer. De este modo, el ser humano es pensado desde seis dimensiones importantes: el animal racional, el animal simbolizador, el homo loquens, el animal cultural y el animal histórico. Estas dimensiones del ser humano están bien trabadas, pues el animal racional es el ser humano en cuanto posee el logos, pero logos es para los griegos no sólo razón, sino también lenguaje. Por tanto, la racionalidad humana debe poder entenderse desde el lenguaje, los signos y los símbolos. Al igual que Cassirer, Ortiz Osés diferencia entre signo y símbolo. La esencia del signo es su función representativa, algo que está por otra cosa, según la definición de San Agustín. El símbolo juega funciones diferentes a la del signo. El símbolo está siempre más allá de lo designado. El símbolo es algo sensible o visible que apunta a algo invisible. Los griegos entendieron el símbolo como dos mitades que es necesario reunir para entender su significado y verdad. Eso que es invisible a través de lo sensible del símbolo es la imagen. Ortiz Osés habla de “[…] la primacía del símbolo en la estructura del entendimiento humano” (2023, 206). La hermenéutica simbólica propone otra manera de acceso a la realidad la cual se realiza mediante
símbolos, lenguajes e interpretaciones.
“[…] El duelo donde se realiza el pensamiento y la interpretación es el lenguaje” (2023, 45). Los actos de la vida humana se dan en el marco del comprender y del interpretar. Primero, hubo una hermenéutica basada en el pensamiento, como es el caso de Hegel; solo después se comprendió que interpretar es interpretar textos, por lo tanto, un lenguaje. Ya Schleiermacher entendió que “no hay pensamiento sin palabras” (45).
El “otro” se nos da también en el texto a interpretar. Es “otro” que figura también en la tradición, como bien lo recuerda Dilthey y Heidegger en el deber de no olvidar. La historia media entre la interpretación y el presente. Es desde la interpretación que Heidegger asume la tarea de deconstruir la historia de la metafísica occidental. Ortiz Osés usa como método la interpretación simbólica y la dialéctica. Además, la hermenéutica es siempre interdisciplinaria. Lo más importante de la hermenéutica simbólica es la recreación de sentido.
“Su hermenéutica es propiamente intercultural porque implica un diálogo con culturas diferentes como, por ejemplo, la antigua, la vasca, la centroeuropea, incluso la latinoamericana” (77). El diálogo hace posible la recomposición del sentido histórico de cada cultura y sus relaciones interculturales. “La cultura entendida por Ortiz Osés como inter-cultura: toda cultura es verdadera mezcla, interacción, diálogo, aunque esto no soslaya su autonomía e identidad. Con esta postura, lo que se niega es una identidad metafísica y abstracta vaciada de contenido” (81, nota 54).
Como hermenéutica simbólica, la interpretación debe poder recurrir a la metáfora y a la simbolización. Una de las razones es que la filosofía desciende del mito. “A todo logos le subyace un mythos” (82). Reflexionamos sobre la cultura interpretando sus significados los cuales “[...] forman parte de la construcción de nosotros mismos” (82). Se escruta la realidad cultural desde la interpretación simbólica. La tierra y el agua son dos símbolos que guían la interpretación de Osés. El agua fecunda el germen; la tierra, la materia como barro del que salen novedades creativas. La antropología se construye desde la historia cultural: “[…]un lenguaje compuesto de lenguajes”. El ser humano es animal apalabrado. (apalabrante). No hay una esencia o naturaleza fija del ser humano. La antropología debe ser simbólica y hermenéutica. Hay una relación lenguaje mundo, o lenguaje sociedad. La interpretación del ser humano hoy se hace desde la técnica. En cambio, el ser humano debe ser interpretado como animal racional, como animal hablante, como animal simbólico y como animal histórico. La idea de Cassirer está muy presente, el ser humano es un animal simbólico. “El mundo natural está mediado por la interpretación” (96). Ortiz-Osés se esfuerza en defender la relación humana con el mundo, pero partiendo siempre de la interpretación, es decir, del lenguaje como fundamento. “Denominamos antropología hermenéutica al estudio de la autointerpretación simbólica que se proyecta en mitologías y visiones de mundo” (97-98). Por tanto, no se trata de un logos único, sino de logoi, los diversos lenguajes sobre el ser humano, y también los diferentes juegos de lenguaje. “EL ser humano es poseído por el lenguaje” (99). “La hermenéutica concierne a la totalidad de nuestro acceso al mundo” (101).
El conocimiento es ya interpretación. La hermenéutica pretende desplazar
a la moderna teoría del conocimiento cuyo punto de partida es la demarcación sujeto/objeto que origina una visión dualista del conocimiento humano” (103). La
hermenéutica es holística, de ahí su condición interdisciplinar. El ser humano “[…] es una totalidad. No puede ser entendido desde una parcela del ser” (104). “Las cosas humanas remiten a una interpretación total llamada sentido” (104). Ortiz Osés, afirma Minaya, parece coincidir con Nietzsche, puesto que “[…] denuncia la crisis del pensamiento moderno y se identifica con pensar la actualidad” (107). Actualidad que puede caracterizarse por lo que Paul Ricoeur denominó el conflicto de las interpretaciones. Está en juego un nuevo pensamiento ligado a un nuevo ideal de la razón. La filosofía hoy se entiende como filosofía del lenguaje, o dicho en otras palabras, la filosofía primera es la filosofía del lenguaje. Ortiz Osés sigue la triple diferenciación de las formas de lo simbólico: mito, lenguaje y lógica. El lenguaje es un intermediario entre el pensar mítico y el pensar lógico. Mito y filosofía tienen su base común en el lenguaje. Razón mitológica/razón filosófica/razón científica (110).
El saber cotidiano se nos da en el sentido común; la filosofía es lenguaje
reflexivo. Es “[…] un lenguaje articulador de esferas”. Y la ciencia es un discurso racional y sistemático. “La filosofía es un saber articulador entre el sentido común y la ciencia”. “Es también mediador entre mito y logos) (111). La razón filosófica es crítica y hermenéutica. “La filosofía es la conciencia elevada a sistema” (113). “La filosofía es conciencia de nuestros saberes y no-saberes” (113).
Minaya se pregunta en qué consiste la hermenéutica simbólica, y responde: “La filosofía hermenéutica retoma el lenguaje como experiencia reveladora del sentido del ser, no en cuanto es entendido como fundamento incondicional sino como mensaje de la tradición. El ser se da como horizonte que se temporaliza al acoger nuestra existencia” (114).
La hermenéutica simbólica es “[…] interpretación anímica o interpretación del sentido del ser” (115). Es entendimiento dialógico “[…] entre espacios culturales distintos”. La filosofía es interpretación. Y pretende rescatar el sentido perdido manifestado en la tradición. “El ser humano se encuentra arrojado en las interpretaciones y en los sistemas simbólicos heredados” (118). Afirma Minaya que hay en Ortiz Osés una radicalización de lo simbólico y a su vez una ontologización del símbolo. Con Gadamer, se entiende que “[…] debemos dejar que la tradición nos hable desde sí misma, desde sus propias pretensiones, no imponiéndole un esquema caprichoso” (118). “Interpretar implica encontrarnos con otra interpretación que precede a mi existencia del mundo” (141).
Toda interpretación de los símbolos tiene que ubicarse en relación con su contexto histórico. Hay que permitir que el símbolo exprese su significado. “La hermenéutica simbólica trata de entender el ser como sentido”, esta es su dimensión axiológica. La cuestión central de la hermenéutica simbólica es el sentido del símbolo, lo que quiere decirnos el símbolo. La totalidad de la psique humana se integra en relación con el símbolo. La hermenéutica simbólica permite una nueva comprensión de la comunicación con el otro, la cual se realiza mediante símbolos y lenguajes. El símbolo es el rostro del alma (123).
Lo real es el motivador esencial para generar símbolos (125). La herida de lo real se sutura mediante el símbolo. La realidad en su múltiple manifestación se mantiene desde un lenguaje simbólico. “Ser en el mundo es estar vinculado a una totalidad simbólica que dota de sentido mi mundo, mi vida psíquica” (127).
El lenguaje es apertura al mundo. El lenguaje es sistema de símbolos. El símbolo participa en el proceso de humanización y evolución de la cultura. “El lenguaje se entiende como lugar de revelación de la verdad” (139). “El sentido de un texto trasciende sus propias estructuras; posee un contenido que despliega una concepción determinada del mundo hasta convertirse en un sistema de referencias” (144). La interpretación no es solo comprender el sentido sino también asumir críticamente ese sentido. “La interpretación no accede a una verdad absoluta, sino al sentido relacional” (145). En la interpretación se da lo que Gadamer denomina fusión de horizontes. Donde el intérprete tiene la oportunidad de contrastar sus razones y verificar tanto sus equívocos como los del texto interpretado” (148). La interpretación hace decir, hace hablar a lo que permanece mudo de la realidad. “El símbolo abre la realidad a su significación antro-pológica” (153). La interpretación no se hace solo desde el plano cognoscitivo, sino también desde el canon de lo afectivo.
El lenguaje permite al ser humano tomar distancia de lo meramente sensible;
relativizar lo meramente percibido, no pretender ir a las cosas mismas. Apalabramos la realidad y el mundo como matrices de sentido. Vivimos en el giro lingüístico. Hoy hablamos de una posible ontología semántica o también ontología hermenéutica. El ser es entendido como juego interpretativo o lenguaje. “El lenguaje es pues la verdadera conciencia, es decir la única realidad inteligible” (163). Como expresó Gadamer, “El ser que puede ser comprendido es lenguaje”. O como ya había apostrofado Nietzsche. “No hay hechos solo interpretaciones” (163). “El lenguaje es el originario lenguaje donde se encuentra el ser humano y el mundo” (163). “La realidad está atravesada por el lenguaje y es el medio para entenderla” (163). El giro lingüístico es la conciencia de que el a priori lingüístico es la forma de estructuración de la experiencia” (163). Habermas interpretó el giro lingüístico como paradigma del lenguaje, paso de la filosofía de la conciencia a la filosofía del lenguaje.
Ontología hermenéutica. A partir del giro lingüístico “[…] el ser ya no es entendido
como cosa u objeto sino como lenguaje, semiosis y hermeneusis” (163). “Comprender la realidad es interpretar un discurso que habla sobre ella”, pues la realidad se halla “apalabrada desde ya” (164). Se debe poder llegar a enunciados verdaderos y a los signos y símbolos que instituyen el sentido del mundo y de las cosas. No hay una referencia pura, pues incluso las estructuras perceptivas están ya significadas desde el lenguaje.
La expresión que Minaya cita de Santiago Zabala me parece más precisa que otros enunciados que encontramos a lo largo del libro. Escribe Zabala: “Que el ser que puede ser comprendido sea lenguaje, no significa que el ser se identifique con el lenguaje, ni que la experiencia del mundo se lleve a cabo sólo dentro del lenguaje, y sobre todo no alude a un descubrimiento metafísico, sino sólo al saber de que el crecimiento de nuestra comprensión tiene lugar a través del lenguaje” (Citado, Minaya, 2023, 164). El lenguaje no es un ente trascendente o metafísico, sino, escribe Minaya, un resituar la realidad desde el marco del lenguaje. Tres consecuencias se deducen para la ontología desde el giro lingüístico: (a) La base de nuestra comprensión del ser radica en el lenguaje. (b) Somos interpretación. (c) “[…] que estamos atravesados por la historicidad del lenguaje” (164). Llegamos así a una nueva etapa filosófica que se denomina “postmetafísica”. Esta lectura hermenéutica de la ontología se vale tanto
de la ciencia lengüística como de la semiología. Lo esencial es la estructuración de nuestra experiencia desde el lenguaje: “[…] el lenguaje es el fundamento último de la cultura, la sociedad y el ser humano”, porque es desde el lenguaje que aprehendemos el sentido de las cosas” (168). Sin embargo, me parece confusa la siguiente expresión: “El mundo o lo real no existe más allá o trascendiendo las interpretaciones que realizamos” (171). No me parece que eso es lo que quiso decir Wittgenstein al afirmar: “Los límites de mi mundo son los límites del lenguaje” (171).
En cambio, es acertado decir con Gadamer que “el lenguaje ´deja aparecer algo´”. O también la expresión heideggeriana según la cual se trata de “dejar ser las cosas”. Expresión citada por Ortiz Osés. O también la frase de Minaya: “El lenguaje como sistema de signos y sistema comunicativo “dice algo a alguien” (172). De este modo las funciones principales del lenguaje según Ortiz Osés son: (a) Decir algo; (b) Decir algo a alguien; (c) Designación de algo a través del lenguaje. (d) La asignación de sentido al mundo y las cosas.
Una expresión que clarifica la de Gadamer es la siguiente que trae Minaya: “Que el ser que puede ser comprendido es lenguaje indica que nos encontramos, ipso facto, en el juego de las interpretaciones y remitidos constantemente a ellas, pues lo que decimos es una interpretación por mediación del lenguaje” (174).
El ser humano como animal cultural. “El concepto de cultura que propone Ortiz Osés está relacionado con el de comunicación” […] “La esencia de la cultura es comunicación” (174). En la cultura se da una recreación de lo espiritual en el ser humano. La cultura pretende también transformar pues se trata de mejorarla. La experiencia humana se da mediante la pareja mythos/logos. Somos narraciones acerca del mundo y desde ellas nos situamos como seres en el mundo. La vida humana es biografía, es decir, vida narrada. En la comunicación interhumana es importante prestar atención a los códigos. “El código pertenece propiamente a nuestro ámbito cultural y social” (182). La cultura es construcción de sentido desde el entramado de signos, símbolos y lenguaje.
Sin duda, el estudio de Edickson Minaya sobre la hermenéutica simbólica de Ortiz Osés es amplio, profundo, abarcador y, sobre todo, en una casi total identificación con su pensamiento. Me parece una obra excelente, muy bien escrita y que nos permite comprender la obra del filósofo español. Mi única crítica, como ya he observado, es que algunas expresiones delatan un cierto idealismo lingüístico. No toda filosofía del lenguaje, o filosofía hermenéutica, es idealista. Conocemos la teoría de Lev Vigotski o de Bajtín, las cuales no son para nada idealistas.
1. Esta reseña se presentó en la presentación del libro de Minaya en el IV Congreso Nacional de Filoosofía y el XIII Congreso Centroamericano de Filosofía, celebrado en la Universidad de Costa Rica, los días del 15 al 17 de noviembre de 2023.