Fanny Zulema Mélendez Molasco

Poesías desde Honduras



La niña rota


La niña rota con el alma marchita lloraba en las noches lloraba en el día a escondidas del sol, ocultándose de la luna. Abría sus grandes ojos en presencia de la soledad, su amiga. La niña con el espíritu marchito volaba sobre el fango de Los gusanos negros, aspirantes fallidos a mariposas.

Corría por el escarnio de los bichos rastreros vestidos de blanco. Bañados de la luz oscura y calor helado.


La niña con el cuerpo marchito buscaba nutrir su carne Con el plato servido de la madre esperanza, sabía que Profundamente en su pecho yacía en los amaneceres grises, En la parsimonia del día y en la noctámbula noche.


El mucho dolor consumió su vestido

Que raído por mil cuchillos exhibía andrajos.

El mucho rechazo ocultó su sol y luna que peleaban cual gatos en celo sobre la mirada de la luz.


La niña rota camina con sus pies luminosos, Su sien despejada en alto.

Su ser entero expele canciones de arpegios de sol y luna.



Autor/ Author

Fanny Zulema Mélendez Molasco Universidad Nacional Autónoma de Honduras

Correo: melendezfanny@ yahoo.com


Recibido: 20/11/22 Aprobado: 15/12/23 Publicado: 11/11/23

La niña rota, gustaba de tocar las espinas con sus ojos sus manos tocaban el sol en las noches y la luna de día navegaba en mundo paralelo de dulzura amarga en su boca Cargaba las estrellas en su cabeza

No bajaba sus ojos al suelo. Niña que comió dulces de dolor

Inundaba el espacio con su llanto

que corría para que esa agua no la sumergiera En un mar que no podía navegar

Quise decirle: niña rota saca el océano de tus ojos

El amor vuela en la superficie del aire

Te alcanzará solo con respirar quedo.


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La niña rota no regresó a la morada rosa del seno de su hogar, Se quedó vistiendo los amaneceres de dos vidas surgidas

En la casa de su vientre, supo que la dimensión de la luz La alumbraba desde adentro, que el amor era una canción

Que la arrullaba con sus notas dulces, que ya no necesitaba Ser consumida por las llamas de los hados negros ni blancos.

La niña rota, dejó la piel en las piedras, después de tanto caminar y vivir a medias, se zambulló en el río de la unidad etérea

que consumió todo el dolor, todo apego y soledad.


La niña rota camina con sus pies luminosos, Su sien despejada en alto.

Su ser entero expele canciones de arpegios de sol y luna.


A vos niña rota, uno mis manos con las tuyas,

No llores más, hay una montaña con estrellas en su falda, Construida por la alegría de nadar en un mar de calma, Ponte el vestido de la fe, maquíllate con los colores

Del arcoíris y pisa el oro con la piel del universo. Pídele prestado a la luna su collar de plata,

Al sol una ráfaga de rosado rubor.

Canta las plumíferas notas de los pájaros Sueña junto al mar y siente su rumor azul. Arrulla tu al aire y no al revés,

Vuela con tus propias alas y gánale al viento Esparce estrellas en el camino que finalmente Te llevarán a un feliz puerto.

Enciende luceros con tus dos manos,

Espanta la oscuridad, que saldrá amedrentada con sus pícaros ojillos.

Baila junto al pino, al cedro que te darán cobijo

-alegres señores con corbatas verdes-

Dile a las flores que harás una guirnalda para tu hija, te regalarán su efluvio-perfume celestial-

Riega plegarias por tu hijo en la piel del río, te dará frescura-un sorbo de aliento de vida-

Préstale a la noche su lucero azabache

y colócalo en tus cabellos con olor de azahar.


Las guerras de la vida son para conquistarlas,

Se pierden muchas batallas, pero eso no importa Se gana la más preciada que es conquistar tu paz, Con la claridad de una mente y corazón robustos Que obnibulan la fragilidad de las roturas del alma.

Que fueron costuradas en la inmensidad del tiempo,


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(Honduras)

En la bóveda más profunda de la mansión de luz.


Finalmente, ya no somos niñas rotas, caminamos con los pies luminosos, nuestras sienes despejadas en alto.

nuestros seres enteros expelen canciones de arpegios de sol y luna.


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Fanny Zulema Mélendez Molasco