América Larios Guzmán

El trabajo de reproducción: una reflexión desde tres miradas del feminismo marxista



Autor/ Author

América Larios Guzmán Universidad Nacional Autónoma de México

ORCID ID: 0000-0002-

2823-0065

Correo: america.larios. guzman@gmail.com


Recibido: 12/08/23 Aprobado: 11/09/23 Publicado: 13/11/23

RESUMEN

El presente escrito consiste en una reflexión sobre el trabajo de reproducción desde tres miradas diferentes de autoras feministas marxistas: la activista feminista italo-estadounidense Silvia Federici; la filósofa y activista feminista argentina Verónica Gago; y la filósofa política y feminista estadounidense Nancy Fraser. El objetivo del texto es identificar los puntos de encuentro y las divergencias del pensamiento de las tres autoras feministas marxistas respecto al trabajo de reproducción. Para lograr el objetivo, se retoman los argumentos centrales de cada autora respecto a la reproducción y, posteriormente, se hace un análisis conjunto.


Palabras Claves: feminismo marxista, trabajo de reproducción, trabajo de cuidados.


Abstract: This paper consists of a reflection on the work of reproduction from three different perspectives of Marxist feminist authors: the Italian-American feminist activist Silvia Federici; the Argentine philosopher and feminist activist Verónica Gago; and the American political philosopher and feminist Nancy Fraser. The objective of the text is to identify the meeting points and the divergences of the thought of the three Marxist feminist authors regarding the reproductive labor. To achieve the objective, the central arguments of each author regarding reproduction are taken up again and later a joint analysis is made.


Keyswords: marxist feminism, reproductive labor, care work.


  1. Introducción:


    La reproducción social es una condición de fondo indispensable para la posibilidad de la producción económica en una sociedad capitalista

    Nancy Fraser


    Las tres citas de autoras con aproximaciones diversas desde los feminismos marxistas que brindan una apertura al


    110

    Esta obra está bajo una Licencia Creative Common Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.

    presente documento, coinciden en visibilizar la relevancia del trabajo de reproducción en la producción de las sociedades capitalistas. La coincidencia no es casualidad. La relación entre feminismo y marxismo, que surgió sobre todo en la década de 1970 y que ha continuado en los últimos años, develó el interés de algunas feministas por analizar las relaciones de género en relación con la economía política, abordando temas como el trabajo doméstico, la reproducción y la sexualidad (Fraser, 2015).

    A pesar de las múltiples diferencias teóricas y filosóficas que pueden existir dentro de los feminismos marxistas, el tema del trabajo reproductivo o la reproducción social, ha sido un tema en común. Las feministas han luchado durante mucho tiempo no sólo por conceptualizar, sino también por valorizar, la reproducción social como una forma fundamental de trabajo (Winders y Smith, 2018).

    Los feminismos marxistas, o como refiere Federici (2018), la relación entre marxismo y feminismo, además de ayudar a entender el pasado, brinda las herramientas para entender lo que pasa actualmente, lo que se está viviendo en el presente. En este sentido, este ensayo se propone analizar el trabajo de reproducción, particularmente el trabajo de cuidados no remunerado, desde tres diferentes aproximaciones del feminismo marxista.

    De acuerdo con Batthyány (2021) existen varios enfoques o miradas analíticas para aproximarse al trabajo de cuidados (la economía del cuidado, el cuidado como componente de bienestar, el derecho al cuidado y la ética del cuidado). Este texto retoma el enfoque de la economía del cuidado debido a que se considera importante visibilizar la contribución de las mujeres a través del reconocimiento del trabajo no remunerado, la recuperación de la relevancia de la reproducción social (más allá de la reproducción del capital), y también el aporte de las mujeres a la acumulación capitalista a través de la reproducción de la vida cotidiana desde los hogares.

    Desde la economía del cuidado, se busca reconocer este con la idea de reproducción de la vida y, desde esta perspectiva, el cuidar genera un bienestar que debe ser reconocido y valorado desde el punto de vista económico. Me gustaría articular el enfoque de la economía del cuidado con la economía feminista, la cual, según Gago (2019), ayuda a la comprensión de formas específicas de explotación de mujeres y otros cuerpos feminizados en las sociedades capitalistas.

    El presente texto articula la mirada analítica de la economía del cuidado con el sustento teórico y filosófico de tres autoras feministas marxistas sobre el trabajo de reproducción: la activista feminista italo-estadounidense, Silvia Federici; la filósofa y activista feminista argentina, Verónica Gago; y la filósofa política y feminista estadounidense, Nancy Fraser. Si bien cada una de las autoras posee un amplio bagaje teórico y analítico sobre diferentes aspectos, este documento únicamente se centrará en recuperar sus argumentos y aproximaciones al trabajo de reproducción.

    Con el fin de estructurar el documento de manera esquemática, y luego realizar un análisis conjunto, se desglosan cuatro apartados: en el 2. Sobre cómo el patriarcado del salario invisibilizó el trabajo de reproducción, en el cual se recupera la categoría central de Silvia Federici (2018) acerca del patriarcado del salario para explicar el proceso histórico por el cual se separa el trabajo productivo/reproductivo a través del salario. Posteriormente, en el apartado 3. La importancia de la reproducción en el reconocimiento de la heterogeneidad de trabajos, se recupera el análisis de Verónica

    Gago sobre el papel de la huelga feminista para visibilizar que la reproducción es también un trabajo y que existe una diversidad de realidades laborales y, por ende, una multiplicidad de sujetos(as)(es) trabajadores(as). Después, en el apartado 4. Otras dinámicas de reproducción social en el capitalismo actual, se plantean algunas prácticas recientes de reproducción social en el actual capitalismo financiarizado4 y globalizador que describe Nancy Fraser. En el siguiente apartado 5. Los puntos de encuentro y las divergencias de los tres pensamientos, se especifican las similitudes y diferencias entre los argumentos, y finalmente, se agregan unas breves conclusiones.


  2. Sobre cómo el patriarcado del salario invisibilizó el trabajo de reproducción

    En el libro El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo, la activista feminista italo-estadounidense, Silvia Federici (2018), comienza haciendo una serie de críticas al marxismo y a los argumentos de Marx en torno a la historia, el concepto de trabajo, la concepción de naturaleza humana, entre otras categorías propias del análisis marxista. Desde una concepción marxista tradicional, se ha considerado el trabajo como la fuente principal de la producción de la riqueza, y como la fuente de la acumulación en las sociedades capitalistas. Federici (2018) realiza una crítica desde la teoría marxista-feminista a esta concepción marxista de trabajo, puesto que no se consideraron las actividades de reproducción social, es decir, el trabajo doméstico, la sexualidad, la procreación, e incluso, ni siquiera se analizó la explotación de las mujeres en las sociedades capitalistas.

    Silvia Federici señala que el trabajo reproductivo no es un trabajo precapitalista, ni atrasado, mucho menos un ¨trabajo natural¨ de las mujeres, sino un trabajo conformado para el capital por el capital, que ha sido utilizado por la organización del trabajo capitalista, para beneficiarse de éste. Pero si es tan importante el trabajo de reproducción para el capitalismo ¿por qué es tan desvalorado e invisibilizado? Para responder a este cuestionamiento, Federici (2018) genera un análisis recuperando su categoría central Patriarcado del salario para entender cómo la separación del trabajo asalariado y no asalariado, generó una desvalorización, invisibilización y naturalización del trabajo doméstico -y otros trabajos de reproducción social, como el trabajo de cuidados- desarrollado por mujeres.

    A finales del siglo XIX, se implementó un salario familiar; el salario obrero masculino se multiplicó por dos, y las mujeres que trabajaban en las fábricas comenzaron a ser rechazadas y devueltas a casa. El trabajo doméstico se estableció en el principal trabajo de las mujeres que se convirtieron en dependientes del salario masculino, lo cual Federici (2018) define como patriarcado del salario.

    El salario provocó una jerarquía y una nueva forma de organización desigual, puesto que los hombres tenían el poder del salario y, por tanto, el poder de vigilar el trabajo no pagado de las mujeres. Es fundamental mencionar que Federici (2018) sostiene que el salario no es sólo una cantidad de dinero, sino que también es una manera de organizar la sociedad, y una forma de generar jerarquías, de construir grupos de personas sin derechos, y de invisibilizar el trabajo doméstico no remunerado.

    En el proceso de acumulación originaria se generó la separación entre trabajo productivo (producción de mercancías) y trabajo reproductivo (producción de la fuerza de trabajo) con características diferentes y con diferentes sujetos para desarrollarlos. Se construyó una división de salario/no salario, principalmente en una separación entre trabajo productivo (mayoritariamente masculino) y trabajo reproductivo (principalmente femenino).

    Asimismo, la organización del trabajo y del salario dividió a la familia en dos partes: por un lado, la asalariada y, por otro lado, la no asalariada. La nueva organización familiar posibilitó un desarrollo capitalista considerable, debido a que se buscaba una forma específica de trabajador: pacífico al tener una sirvienta en casa (pues se necesitaba que no se revelara ante las condiciones laborales de explotación y que entonces se lograra una paz social) y, por tanto, un trabajador más productivo. La creación de la familia nuclear (modelo familiar que surge de 1870-1910 y que permaneció hasta los años setenta del siglo XX) se generó debido a lo que Marx denomina subsunción real1 para generar el desarrollo del capitalismo.

    La familia nuclear significó una creación del capital para el capital, puesto que se necesitaba de una institución organizada para garantizar la cantidad y calidad de la fuerza de trabajo para el capitalismo. El análisis de Federici (2018) respecto al surgimiento de la familia nuclear, es un referente teórico fundamental para entender cómo la familia ha servido como una forma institucionalizada del trabajo no remunerado, de la dependencia salarial de los hombres, y de la desigual división de poder. En este sentido, el trabajo doméstico y la familia se consolidaron como los pilares de la producción capitalista. Y, además, como refiere Fraser (2016), en este proceso se creó una autoridad masculina sobre las mujeres dentro de la familia.


    […] mucho más que la limpieza de la casa. Es servir a los que ganan el salario, física, emocional y sexualmente, tenerlos listos para el trabajo día tras día. Es la crianza y cuidado de nuestros hijos -las y los futuros trabajadores- cuidándoles desde el día de su nacimiento y durante sus años escolares, asegurándonos de que ellos también actúen de la manera que se espera bajo el capitalismo. (30).

    La organización del trabajo está conformada en dos formas: una que produce las mercancías, y otra que produce a los trabajadores. La casa y la familia son un centro de producción, pero de producción de la fuerza de trabajo. En este punto de reflexión y visibilización del trabajo de reproducción, es necesario puntualizar que el trabajo llevado a cabo en los hogares: el trabajo doméstico, es según Federici (2018):

    El trabajo doméstico -y el trabajo de cuidados no remunerado- no se traduce en una producción de mercancía como tal, sino que significa una producción de la fuerza de trabajo, lo cual resulta más valioso para el mercado capitalista. Ahora bien, la propuesta de Federici (2018), para resignificar el trabajo doméstico, parte de dos aspectos: reconocer el trabajo reproductivo como parte fundamental del desarrollo del capitalismo, y visibilizar su apuesta política y práctica de la campaña por el Salario para el trabajo doméstico2.

    Para el primer punto, Federici refiere que es importante destruir la división entre las “mujeres que trabajan” y las “mujeres que no trabajan” (quienes realizan

    el trabajo reproductivo) porque eso implica que el trabajo no asalariado, no se perciba como trabajo. Dice Federici (2018) que al no reconocer el trabajo que desempeñan las mujeres desde sus casas, se ignora el trabajo y las luchas de la mayoría de la población que no está asalariada.

    Por otro lado, respecto a la apuesta política, Federici (2018) sugiere que al existir una remuneración económica para el trabajo doméstico -y de cuidados- las mujeres han de ser menos dependientes, y que tendrán más tiempo y energías para rebelarse contra ese trabajo. La propuesta de Federici (2018) sobre la remuneración del trabajo doméstico, no busca que las mujeres sean incluidas dentro de las relaciones salariales, sino liberarse de ellas. No se busca un aumento salarial como tal, pues existen otras apuestas prácticas y viables como la reducción de los horarios de trabajo, mejores servicios sociales, etc. Lo importante de esta propuesta es que el salario para el trabajo doméstico provocaría que el capital tenga que remunerar a las(os) trabajadoras(es) de los que se ahorra y utiliza para sí.

    Desde algunas tradiciones de izquierdas, se ha respondido al argumento de Federici, diciendo que las mujeres amas de casa no sufren el capital, sino más bien que sufren por la ausencia de este. De acuerdo con esta afirmación, la idea sería que entonces la opresión de las mujeres se resolvería convirtiéndose en parte de las relaciones capitalistas (lo cual significaría trabajar más y ser más explotadas), a lo que Federici (2018) responde que más que formar parte de las relaciones capitalistas, se trata de destruirlas, de generar una rebelión contra el capital.


  3. La importancia de la reproducción en el reconocimiento de la heterogeneidad de trabajos

    La filósofa, politóloga y activista argentina, Verónica Gago (2019), en La potencia feminista o el deseo de cambiarlo todo, utiliza la huelga feminista argentina como un lente de análisis con un trasfondo de práctica política, con el objetivo de mapear las diferentes realidades actuales del trabajo. De acuerdo con Gago, el trabajo es una categoría o un léxico patriarcal que se ha centrado en el trabajo asalariado (productivo), dejando de lado otros tipos de trabajos (como el cooperativo y/o reproductivo).

    Si bien la autora se centra en aspectos como las economías populares y el extractivismo financiero, me gustaría centrarme en dos aportes que realiza Gago para el análisis del trabajo de reproducción: el reconocimiento y visibilización del trabajo de reproducción; y la reconceptualización del sujeto(a)(e) de huelga, ambos para dar cuenta de la heterogeneidad de experiencias y realidades de trabajo.

    Desde la posición de Gago (2019), la reproducción es la forma diferenciada de explotación de las mujeres y otros cuerpos feminizados, pero, además, la reproducción es lo que posibilita la producción que beneficia el capital; de hecho, según la autora argentina, la reproducción social ha sido una dimensión estratégicamente negada y explotada de la acumulación del capital. El capital sólo reconoce una parte del trabajo y desvaloriza otros tipos de trabajos.

    En relación con lo anterior, Gago (2019) propone que, en lugar de oponer la reproducción y la producción, como dos términos antitéticos, -como dicotomías-,

    se piensen y reorganicen a través de una relación. La economía feminista no debe centrarse en la esfera de la reproducción, entendida como la contraposición de la producción, sino que es necesario repensar el conjunto de relaciones sociales contra las fronteras de valorización del capital.

    Además, explica que es importante politizar la reproducción para sacar las tareas de reproducción del encierro del modelo familiar heteronormado. Un ejemplo práctico que menciona Gago (2019) durante la crisis argentina de 2001, es cuando el Movimiento de desocupadas(os) logró una politización de las tareas reproductivas al expandirlas al barrio, rompiendo con el confinamiento doméstico y de esta manera se logró desconfinar y entender la reproducción del hogar como algo ¨privado¨. Se logró percibir el cuidado como algo comunitario, y el trabajo doméstico como tareas fuera de las paredes del hogar.

    El otro punto central del análisis de Gago y que considero que se relaciona directamente con el trabajo de reproducción, es la reconceptualización del sujeto(a)

    (e) de huelga, y, por ende, la resignificación de la persona trabajadora. Es decir, ¿qué tipo de personas son reconocidas como trabajadoras? ¿Únicamente las personas asalariadas son trabajadoras? ¿Quiénes son entonces las personas que pueden participar en una huelga? ¿Únicamente pueden participar las personas asalariadas?

    ¿También pueden incluirse las personas no asalariadas a la huelga? ¿Una ama de casa, una mujer cuidadora de su padre y/o madre o una trabajadora informal podría participar en una huelga?

    Considero que el aporte fundamental del análisis teórico y político que realiza Gago (2019) sobre la huelga feminista, es visibilizar dinámicas anteriormente no reconocidas de trabajo y rechazar la jerarquía entre lo productivo y reproductivo; en este sentido, me gustaría resaltar la manera en la que Verónica Gago reconoce el trabajo doméstico

    -y de cuidado- (así como otras más realidades y experiencias laborales) como trabajo. Su análisis permite redefinir, reconocer y visibilizar a otros sujetos(as)(es) que antes no habían sido considerados y reconocidos como trabajadores(as)(es); es decir, logra un reconocimiento colectivo a través de la multiplicidad de realidades del trabajo y entonces, con ello, visibiliza la heterogeneidad de las formas de trabajo y personas dedicadas a los diversos trabajos.

    La apuesta de Gago (2019) no es buscar una igualdad, y que las mujeres sean igualmente explotadas como los varones -como también lo decía Federici (2018)-, sino que más bien argumenta que la economía feminista (desde la que parte su análisis) brinda la posibilidad de luchar por la reproducción de la vida contra las relaciones de explotación y de subordinación.


  4. Otras dinámicas de reproducción social en el capitalismo actual


    En los dos apartados anteriores, se realizó una recuperación de argumentos de dos autoras feministas marxistas desde análisis más materialistas y estructuralistas. En este apartado se recupera la reflexión de Nancy Fraser, una filósofa política feminista estadounidense que se ha posicionado desde un marxismo más hegeliano no ortodoxo de la Escuela de Frankfurt, es decir, desde una aproximación postestructuralista.

    Fraser (2016) explica que la reproducción social es una de las condiciones que

    posibilitan la acumulación sostenida de capital; sin embargo, señala que el mismo capitalismo tiende a desestabilizar los procesos mismos de reproducción bajo los cuales se asienta. La sociedad capitalista está generando un debilitamiento de la reproducción social, provocando una crisis de los cuidados, y en general una crisis de la reproducción social.

    Históricamente, los trabajos de reproducción social han sido considerados como trabajos de mujeres, aunque también los hombres han realizado este tipo de trabajos -en menor medida-. Y es que el capitalismo creó un imaginario de género que diferenció la vida en dos esferas. Cabe resaltar que, de acuerdo con Fraser (2015), el género3 es una diferenciación arraigada en la estructura económica de la sociedad. El género es un organizador en la división del trabajo, que separa el trabajo “productivo” remunerado y el trabajo ¨reproductivo¨ no remunerado, este último relegado a las mujeres. Pero, además, de que la estructura económica genera una injusticia distributiva específica del género, y también genera una desigualdad en la subordinación de estatus por género (acoso sexual, violación, violencia doméstica, menosprecio en la vida cotidiana, entre otros ejemplos más), daños causados por la falta de reconocimiento.

    Fraser (2016), al igual que Federici (2018), y Gago (2019), considera que el sistema

    económico del capitalismo depende de actividades de reproducción social externas a él. La economía capitalista se aprovecha sin ningún coste de actividades de reposición, prestación de cuidados, y otras actividades de reproducción social, sin asignarles ningún valor monetario y tratándolas como gratuitas. Sin embargo, el trabajo reproductivo no asalariado es necesario para la existencia del trabajo asalariado, para la acumulación de plusvalor y para el mismo funcionamiento del capitalismo.

    Las sociedades capitalistas crearon formas de subordinación de las mujeres, separando el trabajo reproductivo de otras actividades humanas y otros espacios. El trabajo de reproducción quedó relegado a la esfera doméstica sin alguna importancia social. Fraser (2016) apunta que el trabajo reproductivo ha sido remunerado con “la moneda del amor y la virtud” y el trabajo productivo con dinero. Quienes efectúan el trabajo no asalariado, quedan estructuralmente subordinadas a quienes sí reciben salarios, a pesar de que el trabajo de reproducción sea el que proporcione una precondición necesaria para el desarrollo del trabajo asalariado.

    Fraser (2016), en Las contradicciones del capital y los cuidados, toma como ejemplos tres momentos históricos con regímenes de acumulación específicos para explicar la reproducción social en la historia del capitalismo. El primer régimen de reproducción social que retoma es el régimen de capitalismo competitivo liberal del siglo XX, que creó un imaginario burgués de domesticidad, que relegó la reproducción social como ámbito de las mujeres dentro de la familia separada, y que delimitó la esfera pública y privada. Para el segundo régimen retoma el capitalismo del siglo XX, gestionado por el Estado, que organizó la reproducción social a través del bienestar social por medio de la provisión estatal, e implementó el salario familiar. Y el tercer régimen, conformado por el capitalismo financiarizado y globalizador actual.

    Respecto a este último régimen, me interesa resaltar que, en el momento actual, han cambiado y surgido diferentes dinámicas en torno a la relación producción- reproducción: se han deslocalizado los procesos de producción -lo vimos con el

    teletrabajo en la pandemia COVID-19-, las mujeres ahora también desempeñan un trabajo remunerado, se genera que ahora en las familias haya dos proveedores, y, además, existe una desinversión del Estado en temas de bienestar social.

    En el contexto actual, se han reducido los salarios, se han aumentado las horas de trabajo remunerado para lograr sostener a las familias, y se ha transferido el trabajo de cuidados a otros. Nancy Fraser (2016) plantea los ejemplos de migrantes de países más pobres que se encargan del cuidado en sociedades más ricas, como las mujeres racializadas de origen rural que se dedican al trabajo reproductivo y de cuidados de mujeres más privilegiadas. La reproducción se ha mercantilizado para aquellas personas que pueden pagarla -por ejemplo, las personas que durante la pandemia pudieron pagar por niñeras(os) o trabajadoras(es) del hogar para poder continuar con otras actividades laborales- y se ha privatizado para aquellos que no pueden pagarlo. Fraser (2016) critica la concepción feminista del Norte por entender la preocupación sobre la reproducción social únicamente como el equilibrio entre familia y trabajo, refiriendo que hay muchos otros más factores que se deben analizar, como por ejemplo, los movimientos comunitarios por la vivienda, la atención sanitaria, las luchas por los derechos de los migrantes y de trabajadores(as) domésticos, las campañas para sindicalizar a trabajadores(as) dedicados al cuidado en residencias de ancianos, hospitales y guarderías, permisos por jornadas laborales más cortas, permisos remunerados de maternidad y paternidad, entre muchos otros aspectos.

    La apuesta de Nancy Fraser es que todas las personas, independientemente de

    su sexo, clase social, orientación sexual, y color, puedan combinar sus actividades de reproducción social con un trabajo seguro, interesante y bien remunerado. Según esta autora, se necesita reinventar entre la producción y reproducción, y también reimaginar el orden de género, aunque queda pendiente saber si estas acciones sean compatibles con el capitalismo.


  5. Los puntos de encuentro y las divergencias entre los tres pensamientos


    Las tres autoras mencionadas a lo largo del ensayo coinciden y evidencian la importancia del trabajo de reproducción para los procesos de producción en las sociedades capitalistas. Las autoras centran su análisis en contextos y espacios- temporalidades relativamente diferentes. Silvia Federici (2018) profundiza en el papel de la institucionalización de la familia nuclear, la dependencia de las mujeres con respecto a los hombres (debido al salario patriarcal), la desnaturalización del trabajo doméstico como destino biológico, y su lucha política a través de la propuesta del

    ¨Salario para el Trabajo Doméstico¨ como estrategia revolucionaria; Verónica Gago (2019) ayuda a resignificar el trabajo de reproducción a través de la lucha política de la huelga feminista argentina; Nancy Fraser (2016) contribuye a hacer un análisis de las sociedades capitalistas más recientes considerando el género como organizador de la estructura económica.

    Cada autora permite observar que el trabajo de reproducción tiene diferentes aristas de análisis. Por ejemplo, Federici (2018) propone reconocer el trabajo doméstico de las mujeres a través de un salario, afirmando que, si el trabajo fuera asalariado, les permitiría a las mujeres estar en el mismo poder que los esposos. Sin

    embargo, en un contexto actual en el que existen dos proveedores familiares (Fraser, 2016), en el que las mujeres tienen un trabajo remunerado, la situación es mucho más compleja, sobre todo tomando en cuenta que no sólo se trata de distribución, sino de reconocimiento. Incluso Gago (2019) respondería a Federici refiriendo que el patriarcado del salario ha dejado de existir en algunos contextos, como por ejemplo con la crisis del salario, es decir, cuando el asalariado deja de ser el principal proveedor y de tener el salario que le permite la dominación. La autora argentina menciona el ejemplo del paso del salario al subsidio del Estado, que también genera nuevas dinámicas como la violencia.

    Por otro lado, cada autora realiza una crítica al marxismo tradicional, principalmente a la concepción productivista del trabajo (Federici, 2018; Fraser, 2016; Gago, 2019), aunque sus propuestas tienen algunas ligeras variaciones sobre la importancia del feminismo en relación con el marxismo. Por ejemplo, Gago (2019) propone ampliar el concepto de economía política (propia del marxismo tradicional), por una economía feminista a través del concepto de división sexual del trabajo —muy similar a lo que hace Young (1992), la cual realiza la categoría de división del trabajo por género— y los modos de opresión del deseo. Según Gago, desde la economía feminista es posible luchar por el reconocimiento de la reproducción de la vida.

    Por su parte, Federici (2018) también elabora críticas a los conceptos centrales del marxismo, como el trabajo, la historia y la naturaleza. Respecto al último concepto mencionado, Federici apunta a que el feminismo ayuda a luchar contra la naturalización de la feminidad, es decir, por aquellos mandatos impuestos como ¨naturales¨ para las mujeres. De acuerdo con Federici (2018) el feminismo permite luchar contra la naturalización y la idea del eterno femenino. Y, sobre todo, el feminismo significa un movimiento de liberación y de cambio social, tanto para las mujeres, como para toda la sociedad. Por último, y desde una manera diferente, Fraser (2015) señala que el feminismo requiere replantear no solo otros aspectos más allá del materialismo (como la distribución), sino más aspectos como el reconocimiento, la justicia social, y el giro cultural.


  6. Conclusiones


    El trabajo de reproducción ha permanecido como un elemento de análisis importante dentro de los feminismos marxistas. Este texto planteó mirar el fenómeno desde tres posturas diferentes de autoras feministas que han mostrado en sus análisis argumentos respecto al trabajo de reproducción desde varios temas: revisión de momentos históricos puntuales, acciones políticas concretas y nuevos retos de las sociedades capitalistas actuales.

    En el documento se logran identificar los argumentos centrales, los puntos de encuentro y las divergencias entre las tres feministas, lo cual brinda un panorama concreto sobre el análisis del trabajo de reproducción desde el feminismo marxista. Es importante continuar analizando temas actuales que visibilicen la importancia del trabajo de reproducción para el sistema capitalista. Pensando en el momento de la pandemia COVID-19, sería importante recordar desde la academia que, en los momentos de crisis, el trabajo de cuidados (un trabajo de reproducción) ha sido indispensable para

    el sostenimiento del capital y de la vida misma. Como dice Fraser (2016) sin el trabajo de cuidados no podría existir cultura, economía, ni organización política.

    Por último, me gustaría mencionar que en los textos se identifica que las feministas marxistas, a lo largo del tiempo, han brindado herramientas teóricas y analíticas para crear, resignificar, y reformular conceptos marxistas que logren analizar las situaciones de las mujeres en las sociedades capitalistas, como, por ejemplo, la importancia del trabajo de reproducción.


    Notas


    1. Proceso por el cual, el capitalismo reestructura la sociedad de tal forma que sirva a la acumulación de capital (Federici, 2018).


    2. Movimiento feminista de la década de los setenta, bajo la campaña ¨Salario para el trabajo doméstico¨ con el cual algunas autoras (Silvia Federici, Mariarosa Dalla Costa, Leopoldina Fortunati, María Mies, entre otras más) hicieron aportes teóricos para elaborar una crítica de Marx y desarrollar una teoría marxista-feminista (Federici, 2018).


    3. Nancy Fraser (2015) recupera una categoría analítica bidimensional del género considerando tanto la distribución como el reconocimiento.


    4. De acuerdo con Fraser (2023) el capitalismo ya no debe entenderse únicamente como un sistema económico, sino como todo un orden social, la autora señala que actualmente existe un capitalismo financiarizado, que es un régimen en el cual los bancos centrales y las instituciones financieras globales han remplazado a los estados como árbitros de una economía cada vez más globalizada. El capitalismo financiarizado se ha caracterizado como ´una gobernanza sin gobierno´.


Bibliografía


Batthyány, K. (2021). Miradas latinoamericanas a los cuidados. CLACSO y Siglo XXI.


Federici, S. (2018). El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo. Traficantes de sueños. Fraser, N. (2015). Fortunas del feminismo. Traficantes de sueño.

Fraser, N. (2016). Las contradicciones del capital y los cuidados. New Left Review, III, 111-132. Gago, V. (2019). La potencia feminista o el deseo de cambiarlo todo. Traficantes de sueños.

Winders, J., Smith, B. (2018). Social reproduction and capitalist production: A genealogy of dominant imaginaries. Progress in Human Geography, 42(5), 871-889.


Young, I. (1992). Marxismo y feminismo, más allá del ¨matrimonio infeliz¨ (una crítica al sistema dual).

El cielo por asalto, II, 4, 1-17.