Gerardo Jasso Martínez

La respuesta ontológica ante el tiempo.

Zambrano y los pitagóricos



Autor/ Author

Gerardo Jasso Martínez Universidad de La Salle, CDMX ORCID ID: 0000-0002-

9491-4350

Correo: jasso.g@ lasallistas.org.mx


Recibido: 30/01/2023 Aprobado: 05/03/2023 Publicado: 30/05/2023


RESUMEN

En este trabajo se explora la posibilidad, abierta por Zambrano, de considerar como una ontología comprometida a las relaciones pitagóricas que se encuentran presentes en la representación del tiempo. Denotando a partir de la significación de una dialéctica del tiempo, Zambrano nos ofrece una mejor forma de entender ontológicamente las relaciones pitagóricas. El artículo se divide en cuatro partes, la primera, introductoria, trata de conciliar la relación que existe entre la historiografía y lo ontológico y cómo se proponen los papeles aristotélicos hacia la ciencia que estudia al ser: la filosofía. La segunda parte expone las problemáticas de una ontología comprometida nacida desde la noción aristotélica. Es entonces cuando se introduce la noción de la dialéctica del instante, que servirá para fundamentar la relación que encuentra Zambrano entre el tiempo y el instante. El tercer parte expone la manifestación pitagórica y cómo es posible entender la relación entre el instante y el número. Finalmente se concluye con la razón brindada por Zambrano en la lógica del instante.


Palabras Claves: Zambrano, tiempo, dialéctica, Pitágoras, pitagorismo, ontología, metafísica.


Abstract: In this paper, I will research the possibilities, which were seen by Zambrano, of considering as a committed ontology the Pythagorean relationships that are present in the time representations. On the base of the signification of a time dia-lectic, Zambrano offers us a better way of understanding onto-logically the Pythagorean relationships. The paper is divided into four sections: the first one, which is the introduction, conciliates the relationship between the historiography and the ontological, and thus how proposed the Aristotelic bases towards the science which studies the being – philosophy. The next one exposes the problematics of a compromised ontology which is taken from the Aristotelic notions. Then introduced the notion of “instance dialectic”, which will serve as the foundation of the relationship between time and instance by Zambrano. The third one brings


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up the Pythagorean manifestation and how it is posible to understand the relation between instance and number. Finally, it’s concluded with the particular reasons brought up by Zambrano and the instance dialectics.


Keyswords: Zambrano, time, dialectics, Pythagoras, pythagorism, ontology, metaphysics.


  1. Introducción


    Voltear de nuevo la pregunta que plantea el ser, es volver al entramado de los orígenes de su concepto. Sin embargo, una pensadora como María Zambrano no propone sólo un recorrido histórico, pues siempre queda la pregunta acerca de la corrección por el método y sus referencias. En cambio, dicha autora propone una ontología en todo el sentido de la palabra. Lo expresamente recurrido por ella es la misma obtención de conocimiento por el ser, y si es que acaso las nociones predominantes o que se concretan en preliminares, dejan de ser una cuestión meramente de teoría epistemológica y comienza una crítica sobre las propias nociones. No es, por tanto, que Zambrano nos proponga una revisión histórica, en cambio, a partir de lo histórico se propone una revisión crítica vista desde el ser.

    En esta investigación se plantean dos caminos seguidos por Zambrano: aquel que pregunta por el tiempo, y aquel donde se determina la totalidad del tiempo en números. Dejados de lado desde el reconocimiento aristotélico los pitagóricos hoy en día juegan un papel importante para las ontologías formales, la cuantificación del tiempo y de toda categoría que presuma ser científica tiene sus condiciones necesarias y suficientes. Nuestra investigación comienza con la relación entre la ontología y lo propiamente temporal que se muestra dentro del conjunto de lo que los pitagóricos nombrarán alma y sobre lo cual reflexiona a Zambrano en su obra El hombre y lo divino.


  2. Aristóteles y el pitagorismo


    El comienzo de nuestra investigación tiene sus inicios en las investigaciones previas que realizó Aristóteles con los pitagóricos. Si bien las nociones de una ontología completa para el modelo aristotélico son específicas, nuestro siguiente paso será defender con Zambrano las nociones ontológicas que permitirían una temporalidad vista desde los pitagóricos. Aristóteles comienza en el libro I de la Metafísica hablando acerca de los pitagóricos:


    Los denominados Pitagóricos, dedicándose los primeros a las matemáticas, las hicieron avanzar, y nutriéndose de ellas, dieron en considerar que sus principios son principios de todas las cosas que son. Y puesto que en ellas lo primero son los números, y creían ver en éstos -más, desde luego, que, en el fuego, la tierra y el agua- múltiples semejanzas con las cosas que son y las que se generan (Yebra, 35, 2018).

    Es para Aristóteles irreconciliable la relación entre los principios y los números,

    pues generan categorías que no le son propias a la filosofía. De manera que solamente

    se puede tomar la teoría de los principios pitagóricos como un ejercicio anterior para dar paso a la resolución platónica que lleva consigo la formulación de los principios abstractos. Por otra parte, únicamente se consideró como bien definido la relación entre indefinido y definido. Esto genera una problemática para con la ontología, pues bien, es imposible conciliar la ciencia de los principios junto con los números.


  3. La noción ontológica


    La pregunta primera de la ontología debe ser aquella que busca lo que hay en la realidad. Zambrano presenta una dialéctica entre lo divino y lo sagrado; entre aquello que se muestra y lo que no se muestra. Lo divino revela aquello nombrado -los dioses como la realidad revelándose. Lo sagrado, por otra parte, es el fondo o la matriz que queda oculta a la vista de la razón. Hace falta un diálogo con la realidad-. Los dioses no les alcanzaban para hacer inteligible el mundo.

    Hay una dialéctica entre el tiempo que transcurre y el instante. Ambos son cualitativamente distintos, en el instante parece ser que existe una manifestación de la totalidad de la realidad y posteriormente se oculta. La sucesión continua del tiempo cambia a ser un conjunto que se irrumpe por instantes discretos en donde se interviene, por así decirlo, un momento de totalidad de realidad. Son momentos en donde parece que no transcurre el tiempo. Dos maneras de darse la existencia: el tiempo progresivo y el tiempo del instante. El tiempo progresivo sigue una línea directa con respecto a la linealidad, una linealidad que no se agota con el paso de los hechos; pero no nos revela nada, únicamente nos da pautas para seguir un camino recto. Esto tiene una problemática mayor, a saber, que la realidad no se muestra tal cual es, sino, una categorización de los fenómenos.

    El humano empieza a entender la realidad, y así puede empezar a tomar control de su existencia. Se le atribuye así a los conocimientos naturales para el uso humano a los propios dioses. Los dioses como metáfora entre el vínculo y toma de conciencia de la realidad. La realidad se nos oculta, pues aunque vemos la colección de los seres, puestos y pre-dados en el mundo que parecen no indicar nada más que todo está completo, somos incapaces de conocer el por qué está así es modificada por la naturaleza. Dicho de otra manera, se necesita de algún momento que nos permita el conocimiento de lo que está oculto -lo sagrado- y se encuentra dentro de nuestra formación de las categorías del mundo, pues según Zambrano


    Mas, la realidad como se presenta en el hombre que no ha dudado, en el hombre que no ha entrado todavía en consciencia y aún mucho antes en el hombre en el estado más original posible, en el que crea e inventa los dioses, la realidad no es atributo ni cualidad que les conviene a unas cosas sí y a otras no; es algo anterior a las cosas, es una irradiación de la vida que emana de un fondo de misterio; es la realidad oculta, escondida; corresponde, en suma,a lo que hoy llamamos “sagrado” (Zambrano, 35, 2020).

    Debemos entender que a partir de la dialéctica del tiempo que transcurre y el instante se logra instaurar una tercera dialéctica que es la de la ontología y el reconocimiento de la realidad. La pregunta que debe de hacerse se convierte también

    en la pregunta comprometida de la propiedad, de las relaciones y de la consecución de la misma. Dicho de otro modo, debemos dar a entender qué conocemos de los dioses y qué debe de estar enfrentado cuando hablamos de ellos. El tiempo progresivo nos revela lo que se oculta en la realidad cotidiana, y es la declinación por la muerte. Lo que nos lleva a preguntarnos acerca de la vida y cómo debemos de actuar frente a ella. La ontología a la que nos referiremos tiene que ser la que manifieste la distinción entre los seres. Por otra parte, el reconocimiento de la realidad vista desde los griegos, tiene que ver con el aparecer de los dioses, siendo que ellos nos muestran la transparencia de las categorías y de cómo pensamos.


  4. Comienzos de la dialéctica del instante


    Según Bergson, es necesario distinguir entre dos tipos de movimiento. El uno que se toma visto desde la parcialidad, que es el tiempo que comúnmente el matemático toma, y el otro que es un tiempo absoluto (Bergson, 40, 2017). Estos dos movimientos se comprenden únicamente a través de lo que se denomina por esquema categorial, dependiendo de la formación de las categorías es capaz de entenderse cuál sea la posibilidad de su uso. Sin embargo, debemos de retomar la pregunta que retorna al ser para determinar la instancia del instante (o el instante del instante), esto se convierte en el problema central de la Metafísica. No somos capaces de un momento azaroso para determinar el tiempo que transcurre. Aún más, debemos de reconciliar la investigación entre el tiempo transcurrido con una suerte de dialéctica del instante propuesta por la propia Zambrano.

    Es por ello por lo que nuestra investigación comienza con la dialéctica del instante, pues aún somos incapaces de determinar el tiempo que transcurre. Si bien lo que decimos debe de estar de acuerdo con aquello que nos enfrentamos, como es la palabra a través del tiempo. La determinación, así dicha, se convierte en una indeterminación del tiempo. Dicho de otra forma, debemos de investigar el instante que revela la identidad de la realidad. La identidad que estamos buscando se encuentra en el principio lógico de no contradicción. Pues se debe de mostrar ella misma como ella misma es. Si es acaso que eso revela la identidad de la realidad, pero

    ¿qué sucede con aquello que no se muestra en la identidad? ¿existe alguna parte que la ontología no logra dar cuenta?

    Uno de los problemas a los que nos enfrentamos cuando damos una descripción de la realidad es dar un cumplimiento de la misma. Es a partir del cumplimiento de las categorías cuando podemos dar un paso adelante frente a lo conocido. Dicho caso es cuando nosotros contemplamos la realidad tal cual se muestra al ser. Representación de dichas categorías son meramente cumplimientos parciales de lo que la razón es capaz de dar. Pero es imposible seguir sin una formación completa, una región ontológica que esté comprometida con el instante, y con aquello que de la realidad se nos muestra.

    El comprometernos ontológicamente tiene una razón importante, es el decir de lo que es el ser. Si bien no podemos buscar en la completitud las razones de lo evidente, debemos, por ello, nombrarla. Pero ¿qué sucede cuando lo nombrado no es únicamente el signo y su referencia? Pondremos en una condición la restrictividad de la ontología, a saber, la conjunción con lo que podemos conocer del espacio. Solamente

    el pensamiento del espacio nos debe de dar una razón para la contemplación de la realidad, es decir, el alma.

    Pero ¿no es acaso que el alma se encuentra como potencia hacia la entelequia? La sustitución de una u otra forma confirma el dominio del pensamiento, pues es solamente en la perfección de las potencias (en-telos-exos) cuando podemos realmente actuar. De ahí que sea necesario hablar de una ética comprometida ontológicamente y una relación poiética con el alma. Es de la creación de donde podemos hablar acerca de la finalidad del alma, y es en la esfera pública cuando podemos decir que la virtud se ha puesto en juego. La finalidad, sin embargo, ¿solamente puede cumplirse por medio de la potencialidad?, ¿o es acaso que hay potencialidad sin cumplirse?


  5. Manifestación pitagórica


    Se debe de admitir que uno de los problemas que surgen junto con el alma es aquel de la individualidad, pues, ¿qué sucedería con la salvación personal?, ¿en dónde queda la manifestación del alma? Pues es en ella cuando podemos contemplar la temporalidad vista desde las determinaciones, el modelado de la realidad pende de la numeración. Pero esta no vista desde el avance científico que se propone, sino, a través de considerarlo en y por sí mismo

    Una respuesta directa hacia las consideraciones de una ontología comprometida, para Zambrano, se muestra en los pitagóricos. El número como una realidad, es sin embargo, insuficiente. Una muestra aristotélica de que es imposible nombrar a esta doctrina como filosofía, una filosofía dirigida hacia la finalidad y las primeras causas (Aristó., Metaph., IV, 1, 1003ª, 21-32) Sin embargo, ¿qué podemos comprender de una doctrina que se encuentra directamente ligada a los números?, ¿es acaso que nos plantea la relación de modelado con respecto de la realidad?


    Pitágoras y los llamados pitagóricos sólo hasta Plotino descubrieron el mundo de la visión, pues percibieron en él ante todo la falacia de la imagen. El dolor, la imagen, lo propiamente humano y como tal sólo infernal. Plotino, que debe a Platón la ganancia del mundo de la visión: las ideas serán para él lo menos eidos, lo menos morfe posible, atraídas, casi absortas en lo Uno. El horror de la imagen, tan ostensible en Plotino, recoge toda la tradición pitagórica. Y la imagen es lo humano. ¿Qué era pues, el hombre para los pitagóricos? ¿Cuál es su lugar? (Zambrano, 117, 2020).

    Esto implica que no se debe tener miedo a la muerte, pues el alma, al ser material encontrará el cese del movimiento igualmente. Esta concepción introduce una problemática más, a saber, ¿qué cosa realiza el movimiento de las almas? Y si es acaso algo externo o algo interno, pues al ser interno dejaría de ser algo material, y si es algo externo se genera una cadena de retroceso hasta el infinito por saber de dónde surge el movimiento.

    La lógica del instante se vuelve a transformar a una lógica de la realidad. Ya no nos encontramos en el punto únicamente de decidir qué es mejor para el compromiso con la verdad, sino tenemos seres inteligibles que hacen posible la reflexión del alma y del movimiento involucrado con ellas, ¿será acaso posible el movimiento del alma?

    Pues bien, Zambrano nos da una perspectiva:


    Es comprensible que el espacio haya tenido la primacía en atraer al pensamiento, en ser buscado como “el lugar del ser”, identificado con él. Pues el espacio lleva consigo la salida a la luz. El hombre que siente haber ganado en espacio siente al par que sale a la luz; la cárcel es siempre oscura. Y el primer sentir que el hom bre debió tener cuando se dio cuenta de que estaba solo, solo y rodeado de algo inaccesible, debió ser, sin duda, el sentirse en una caverna. La alegoría de la caverna platónica arrastra esta vivencia. Salir al espacio se confundirá con “salir a la luz” (Zambrano, 85, 2020).

    Es la lucha por la espacialidad lo que nos brinda la seguridad de una realidad concreta. Ahora bien, el número, representado espacialmente, es aquello que nos demuestra las necesidades de la realidad. Pero es imposible considerar que esto se llame filosofía. Lejos de la utilidad de las matemáticas, ellas deben de ser consideradas en y por sí, y esto hace que la realidad no se contenga dentro de causas y necesidades, únicamente de números. Por otra parte, el alma debe de gobernar todas las cosas, es con el intelecto de la contemplación que podemos conocerla. De otra forma, la contemplación de lo desconocido nos lleva a preguntarnos por las relaciones unitarias que se encuentran en la realidad. Por otra parte, solamente podemos comprender la realidad por números a partir de su relación universal.

    Concuerdo con Zambrano al proponer que la dialéctica del instante no es meramente un juego matemático, es decir, no solamente está comprendida la formación de los números para con el tiempo, sino también un compromiso ontológico. En este sentido, no es posible llamarla como una filosofía primera, según lo expuesto por Aristóteles en su libro VI (Arist., Metaph.,VI, 1, 1025b, 1-10). Sin embargo, siguiendo a Zambrano, concuerdo que debemos repensar estas mismas relaciones y no verlas únicamente como una parte de la teoría matemática de considerar como reales los entes matemáticos. En cambio, concuerdo con que se debe de buscar en lo oculto la relación de parcialidad que no podemos encontrar únicamente en teorías del tiempo. Al ser entes particularmente sometidos a una ontología regional, debemos comprenderlos por sí mismos. Existe una arquitectura primitiva que nos deja como paso el reconocimiento de la realidad. Es por ello que la defensa pitagórica es retomar lo que entendemos como número y volvernos a preguntar por una ontología en su completitud incompleta, pero con ello la apertura a lo desconocido de lo otro. Es por el logos del número y no de la palabra que podemos completar lo que se encuentra desconocido. Los dioses se intercambian con el relato del número, y aunque la imposibilidad de encontrar consecuciones se vuelva aparente, debemos entender que el logos numérico nos permite un entramado mucho mayor que el de la razón

    práctica, pues ella misma plantea una razón universal.

    La defensa por lo pitagórico comienza con la dialéctica del instante. Es en el instante cuando se nos revela la realidad vista desde lo oculto, y con el número podemos comprender aquello del instante que no se nos revela, es decir, la conquista por el espacio. Sin embargo, queda sin resolver la cuestión por el tiempo, es con la llegada de los instantes que podemos tener una colección de momentos irresolubles. La dialéctica del instante se funda como una dialéctica de los números considerados

    en y por sí. En esto concuerdo con Zambrano, pues la crítica relaciona las nuevas formulaciones de teorías del tiempo con la formulación de los números como parte de una teoría mucho mayor, capaz de encontrarse en lo absolutamente otro.


  6. Conclusiones

El recorrido realizado por Zambrano nos implica una reivindicación del

pitagorismo. Sin embargo, sus matices hacen de la conjetura un nuevo paradigma.

¿Es posible reconciliar la matemática con una ontología comprometida? Para Zambrano esto es necesario, pues la dialéctica del instante y del tiempo hacen ver que los números en sí son lo Otro de lo que no podemos hablar, quedan así sesgados por una intervención que se materializa con el alma y con la música. Es así como Zambrano da un nuevo giro hacia la pregunta que pregunta por el ser. ¿Es acaso que el alma está condenada a sufrir el destierro de la filosofía? No es posible separar de las preguntas necesarias para la ontología la del alma, y con ello el necesario montar de las categorías que se presuponen ante las asunciones metafísicas. Dando a través de los pasos seguidos para una ontología comprometida, Zambrano nos muestra que la condena aristotélica.


Referencias


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