Fabián González Alvarado

La historia que cuenta el sol


RESUMEN

Este trabajo expone desde la perspectiva arquitectónica cómo se diseñó el Parque Mora y Cañas, en la ciudad de Puntarenas, Costa Rica. Una ciudad que fue la escena de hechos históricos como los fusilamientos de Mora y Cañas. Una manera de mantener viva la memora de aquellos acontecimiento es por medio del espacio público, un parque con cuatro murales que narran los episodios vividos. El artículo hace referencia al aspecto estructural del parque teniendo al Sol de testigo.


Palabras Claves: Juan Rafael Mora Porras, José María Cañas, mural, Campaña Nacional 1856-1857, Parque Mora y Cañas, fusilamiento.


Abstract: This work exposes from the architectural perspective how the Mora y Cañas Park was designed, in the city of Puntarenas, Costa Rica. A city that was the scene of historical events such as the executions of Mora and Cañas. One way to keep the memory of those events alive is through public space, a park with four murals that narrate the lived episodes. The article refers to the structural aspect of the park having the Sun as a witness.


Keyswords: : Juan Rafael Mora Porras, José María Cañas, mural, National Campaign 1856-1857, Mora y Cañas Park, execution.


Autor/ Author

Fabián González Alvarado


Recibido: 01/11/21 Aprobado: 24/01/21

Pudiera ser que aquel hombre viniera distraído y en el vaivén que la tibia brisa provocada sobre las aguas. En el trasbordo del barco al bote que lo llevaría a tierra, su intuición se podría haber distraído con el paisaje de las chozas flotando sobre la orilla y no habría adivinado la emboscada que acabaría con su vida.

Entonces, Puntarenas era aquel pedacito de tierra entre las aguas, habitado por pescadores, comerciantes y gente de puerto; todos enamorados del mar y su agreste cotidianidad. No podía dejar de imaginar don Juanito una ciudad en esa


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franja habitable, cuyo título le había dado cuando fue presidente, justo antes de ser exiliado. Imaginaría, mientras se entregaba al arrullo del agua, un puerto, un lugar de intercambio entre su amada Patria y el mundo.

Recordaría, claro, que ya desde que era más joven Puntarenas había sido fundada como puerto, con aquel galerón destartalado que sobresalía entre los ranchos y que tanto ayudó a las tropas en su camino hacia Nicaragua, ofreciéndose enteramente al servicio de la Patria y la Campaña Nacional. Pero quizás él veía algo más que ese intento de puerto, capaz que imaginó los enormes cruceros que hoy día desembarcan miles de turistas que se placen de guardar en su memoria (sobre baches de basura y miseria) el tacto del viento cálido y la luz particular del sol.

Porque en Puntarenas el sol ilumina de una

manera única y maravillosa, esto para todas las personas, habitantes y turistas, nos es indiscutible. Un ocaso junto al mar, en el Paseo de los Turistas, es una ocasión que se integra al latir del corazón, por el resto de la vida.

Asimismo, unos días más tarde, junto a las raíces que se confunden con las bases de madera del estero, de espaldas al árbol de Jobo, don Juanito subiría su mirada al sol y encontraría en él al único testigo que daría fe de la historia, cuando los barcos fueran de acero, y la ciudad (el Puerto), algo más que un sueño…

Puntarenas es, hoy día, una de esas paradójicas ciudades latinoamericanas, que convive entre la decadencia de las glorias pasadas, que realmente nunca han llegado a ser; y la promesa fallida de un desarrollo que nunca termina de concretarse. Pero lo amamos, al Puerto, por esa magia que sucede entre el viento y la luz del sol, que nos alumbra en la memoria el recuerdo de su visita. Tiene esa cara galante y sensual, en su paseo de los turistas, su muelle, su faro, su balneario. Y al otro lado, donde los pescadores tratan de sacarle escaso provecho al manglar, expone un rostro pobre y descuidado. De ese lado se encuentra el Parque Mora y Cañas, que condena el cobarde fusilamiento de estos héroes, en el lugar donde justamente se dieron los hechos.

En el bicentenario de nuestra Patria, una unión de esfuerzos hizo posible que el lugar que guarda el recuerdo de esta traición se convierta, como una cicatriz que intenta ser sanada, en un punto de encuentro para la cultura, la recreación y el convivir de quienes habitan y visitan la ciudad portuaria. El alcance conceptualizado por el arquitecto Juan Chaves, del Instituto Costarricense de Turismo, incluye anfiteatro, áreas de estar, espacios deportivos y muchas actividades que significarán, como anzuelos en la corriente marina, oportunidades para el desarrollo a pequeña escala de las personas que habitan el entorno de este amplio parque.

Desde luego, una de sus mayores riquezas

es el arte de los murales impresionantes de don Carlos Aguilar Durán, amante de la historia de la Campaña Nacional, que explican entre figurativismo y simbolismo la verdad íntima de la historia.

¿Pero qué sucede con la memoria de Juanito?

¿Acaso habrá indicio que pueda esclarecer lo que el tiempo y algunas voluntades han intentado borrar?

¿Existe un ser que haya estado ahí y que sea testigo aun de lo ocurrido?

Estas mismas preguntas me hacía Rodrigo Carazo Ortiz, arquitecto encargado de los planos y diseño final de la intervención, para responderme sin ocultar su emoción, diciendo: -“Es el sol, el sol es el testigo”-

El sol, que ilumina el Puerto con esa luz particular que habla en nuestro espíritu, que le da a la Tierra la energía que hizo posible en nacimiento de la vida, que lo ha visto todo desde hace ya mucho tiempo, y que sigue siendo el mismo, es el testigo que iluminó la frente erguida de Don Juanito, impertérrito y sabio, conocedor de los giros del tiempo.

El nuevo diseño del parque Mora y Cañas posee en su geometría las líneas que representan los ejes de la trayectoria solar que alumbró aquellos fatídicos días de setiembre y octubre de 1860, en los que el sol fue testigo del asesinato del expresidente Juan Rafael Mora Porras y el general José María Cañas Escamilla. Sobre la superficie queda el surco que nos recuerda que el sol está atento a nuestra conciencia y que dibuja el dolor de la tierra arenosa


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que recibió el cuerpo tendido de don Juanito. En los espacios confinados de estas líneas se desarrollan las actividades del parque, como firme esperanza de dar a la historia un presente digno de haber llegado hasta hoy, con sus heridas y glorias. De dar al sol las gracias por la luz de la vida, con la voluntad de un porvenir más justo y digno.

… Don Juanito miró el sol por última vez, en los destellos que incendian la retina se veía a Inés, sus hijas e hijos, su gente amada, una selva con ciudades que se ama hasta la muerte, el reflejo de un puerto y un futuro etéreo, pero cierto (algo más que un sueño), lleno de paz, esa Paz Venturosa …


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